“Lo único que faltaba era un látigo”: las denuncias ignoradas de abusos de los trabajadores migrantes en granjas del Reino Unido
“Lo único que faltaba era un látigo”: las denuncias ignoradas de abusos de los trabajadores migrantes en granjas del Reino Unido

La boliviana, Julia Quecaño Casimiro, de 23 años, se puso en huelga por primera vez en su vida por los abusos sufridos en una granja de Herefordshire, en Reino Unido.NACHO RIVERA (NACHO RIVERA)
– Una investigación de The Bureau of Investigative Journalism indica que los inspectores del Ministerio de Interior británico hicieron caso omiso a cientos de quejas de amenazas, sustracción de salarios, racismo y malas condiciones de temporeros extranjeros
En una granja de Herefordshire (Oeste de Inglaterra), Julia Quecaño Casimiro, a miles de kilómetros de su hogar en Bolivia, se declaró en huelga por primera vez en su vida. Ya había trabajado en granjas de Chile durante varios años, pero afirma que nunca había sufrido acoso, discriminación o elevados descuentos salariales hasta que trabajó en Reino Unido. “Nada más empezar, vi que era explotación”, declara. “Era esclavitud moderna”.
Un reclutador en Chile había prometido a Quecaño, de 23 años, que ganaría hasta 500 libras (574 euros) a la semana recogiendo fruta durante los cinco meses que duraba el visado de trabajadora temporera que le había concedido el Gobierno británico. Pero durante su primera semana a finales de junio en Haygrove, uno de los mayores productores de fruta del país, no le dieron turnos ni sueldo, asegura. La semana siguiente ganó menos de 150 libras (172 euros).
Para Quecaño y algunos de sus compañeros, el punto de inflexión llegó el 19 de julio, cuando les dijeron que debían devolver a la granja 1.500 libras (unos 1.720 euros) por los vuelos que les habían llevado a Reino Unido. Ya les habían avisado de que tendrían que hacerse cargo del coste de los billetes, pero les habían informado de que el precio sería de unas 1.000 libras y además los recibos mostraban que algunos de los pasajes habían costado mucho menos de lo que les reclamaban. Hoy Haygrove reconoce que se trataba de un error y asegura que está investigando el sobrecoste con sus agencias de viajes.
A los trabajadores se les dijo que tendrían que devolver 250 libras (287 euros) cada semana durante seis semanas, además de las deducciones por alojamiento. En el caso de Quecaño, eso significaba quedarse con solo 16 libras (18,3 euros) en las semanas en las que se le concedían las horas garantizadas por la empresa. La noticia llevó a los empleados a convocar una reunión urgente, en la que elaboraron una lista de reivindicaciones sobre el trato que recibían. A la mañana siguiente, al no recibir respuesta, unos 90 trabajadores, entre ellos Quecaño, organizaron un paro no oficial, que comenzó el 21 de julio.
Su acción fue una de las primeras huelgas por personas acogidas al programa del Gobierno británico para trabajadores temporales. “De ninguna manera habría venido al Reino Unido si hubiera sabido lo que iba a pasar”, declara Quecaño a The Bureau of Investigative Journalism (la Oficina de periodismo de investigación, TBIJ por sus siglas en inglés).
Las alegaciones de malos tratos como las de Haygrove son habituales en muchas granjas de Reino Unido, según ha constatado TBIJ. También hay pruebas de que el Ministerio del Interior británico conocía las denuncias, no actuó al respecto y más tarde intentó impedir que esa información se hiciera pública.
Haygrove asegura que la falta de turnos mencionada se debía a “condiciones meteorológicas adversas”, pero que todos los trabajadores cobran al menos 32 horas semanales según el salario mínimo, con anticipos de 100 libras en efectivo a los recién llegados que no consiguen trabajo inmediatamente.
La empresa también rebate las acusaciones de explotación laboral, añadiendo que la mayoría de sus temporeros “tienen una experiencia muy positiva”, con una tasa media anual de retorno del 64%. La empresa agrega que es auditada periódicamente por organismos como el Consorcio Británico de Minoristas y afirma que las recientes inspecciones del Ministerio del Interior y de la Autoridad para la Lucha contra la Explotación Laboral (GLAA, por sus siglas en inglés) no han encontrado pruebas de irregularidades.
TBIJ tiene conocimiento de que el Ministerio del Interior no ha ultimado sus conclusiones, y la investigación de la GLAA sigue en curso. De los 134 trabajadores latinoamericanos que TBIJ ha averiguado que fueron contratados, 85 siguen en la granja, según Haygrove.
Cobro de comisiones ilegales
Tras cinco meses de intentos, TBIJ tuvo acceso a 19 informes de inspecciones agrícolas elaborados por Interior entre 2021 y 2022. Los documentos resumen las entrevistas y los hallazgos de inspectores en granjas que empleaban a personas con el mismo visado que Quecaño y sus colegas —no hay pruebas que indiquen que alguno de los informes esté relacionado con Haygrove—.
Casi la mitad (44%) de los 845 trabajadores entrevistados en estas inspecciones expusieron problemas como racismo, sustracción de salarios y amenazas de devolución. En la mayoría de las explotaciones inspeccionadas hubo denuncias de malos tratos o discriminación, y en las tres explotaciones con más quejas, más del 80% de los trabajadores entrevistados plantearon algún tipo de problema.

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