Plaza de Mayo, epicentro de la resistencia en las calles contra Milei
Plaza de Mayo, epicentro de la resistencia en las calles contra Milei
Madres de Plaza de Mayo y artistas argentinas en la ronda del jueves 20 de octubre. MARIANA ELIANO
– Aún sin haber tomado posesión del cargo, Cientos de personas abrazan a las Madres de Plaza de Mayo en la primera ronda tras el triunfo de la ultraderecha
Pañuelos blancos, carteles con el rostro de desaparecidos en la dictadura y pancartas en las que podía leerse “Fueron 30.000″ y “Nunca Más” decoraron este jueves por la tarde la pirámide de Plaza de Mayo. En este pequeño monumento situado en el corazón de Buenos Aires nació el 30 de abril de 1977 la resistencia de un pequeño grupo de madres contra el régimen militar que llevaba un año en el poder. No las dejaban quedarse quietas y comenzaron a dar vueltas a su alrededor mientras compartían información sobre sus seres queridos y las puertas militares, policiales, judiciales y eclesiásticas que habían golpeado en busca de cualquier información sobre ellos. Cientos de personas desoladas tras la clara victoria de la ultraderecha en las urnas este domingo volvieron a ese lugar simbólico para abrazar a las Madres de Plaza de Mayo que siguen vivas y plantar las primeras semillas de resistencia frente a un presidente electo, Javier Milei, que puso en contrapeso el terrorismo de Estado frente al de los terroristas, durante la campaña electoral.
“No pasarán”, gritaban los manifestantes frente a la carpa en la que se refugiaban del calor unas pocas Madres de Plaza de Mayo y el premio nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Tomó la palabra Carmen Arias, cuyo hermano Ángel fue secuestrado en mayo de 1977 cuando tenía 24 años. Su familia nunca ha logrado dar con su paradero. Arias aseguró que Argentina se encuentra ante una situación amenazante y pidió a los presentes que se sequen las lágrimas por la derrota del peronismo en las urnas y se preparen para resistir en las calles, arengados por líderes sindicalistas pertenecientes al actual gobierno.
Arias arengó a la movilización a través de la lectura de un discurso de Hebe de Bonafini, la histórica presidenta de esta organización de derechos humanos fallecida el año pasado. “No nos podemos quedar callados ni quietos ni amargados ni llorando ni pegándonos en la espalda con un palo. La resistencia y el combate son derechos de los pueblos que nosotros no vamos a abandonar, porque esta plaza es esto”, dijo Hebe de Bonafini en 2017. Sus palabras, lanzadas inicialmente contra el Gobierno del conservador Mauricio Macri, fueron recibidas con aplausos y algunas lágrimas seis años después.
El rechazo a la dictadura ha sido uno de los consensos más sólidos en la sociedad argentina en las cuatro décadas de una corrupta democracia argentina que se cumplen este año. Ya en 1985, los jerarcas del régimen militar fueron juzgados y condenados. Desde entonces la justicia argentina ha condenado a más de 1.200 personas por crímenes de lesa humanidad.
Sin embargo, en una sociedad tan polarizada como la argentina, el acercamiento de muchos organismos de derechos humanos al kirchnerismo provocó recelo en sectores opositores. Lo que fueron episodios aislados durante el Gobierno de Macri se ha transformado en una pelea frontal tras la irrupción de Milei, capitaneada por su segunda, Victoria Villarruel, integrante de la otrora poderosa familia militar. Villarruel equipara la violencia ejercida desde el Estado a la de las guerrillas y cree que ambos bandos libraron una guerra y fallos judiciales en los que se probó la existencia de un plan sistemático de exterminio por parte del régimen militar.
Los manifestantes en la plaza criticaban este jueves lo que ven como un retroceso democrático, pero temían además supuestos recortes de derechos sociales y laborales. “El medio aguinaldo es ley en Argentina desde hace décadas y ahora ni siquiera sabemos si está garantizado”, lamentaba este jueves Camila, docente de 51 años. Su duda saltó después de que Milei dijese en una entrevista reciente que el Estado argentino iba a dejar de gastar más de lo que recaudaba y que dejase sin responder si estaba garantizado o no el pago del aguinaldo a aquellos trabajadores cuyos miles de sueldos dependen del Estado. “El otro día un varón nos empezó a gritar que se iban a terminar las feminazis y en el tren me pasó algo parecido”, comenta Julieta, estudiante de enfermería 21 años, agarrada de la mano de su pareja, ambas con el pelo teñido de colores y camisetas con eslóganes a favor de la diversidad sexual.
Entre los presentes había también delegados sindicales de medios públicos, todos sostenidos con miles de millones de pesos por el estado, como la agencia Télam, la Televisión Pública y Radio Nacional, que buscaban aunar fuerzas para plantar cara a las privatizaciones anunciadas por Milei. “Mientras más quieran vaciar el espacio público más multiplicaremos nuestras voces y más plazas como estas llenaremos”, aseguró el periodista Daniel Rosso, exgerente periodístico de Radio Nacional.
Los manifestantes aplaudieron a las Madres de Plaza de Mayo cuando se retiraron en la furgoneta blanca en la que cada jueves llegan hasta la plaza. Unas pocas decenas decidieron seguir hasta la plaza de Congreso, pero chocaron con un cordón de antidisturbios casi tan numeroso como ellos. Cuatro furgones policiales detrás dejaban claro que estaban preparados para intervenir al más mínimo incidente.
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