CRÓNICAS: Viaje Inolvidable a Egipto
CRÓNICAS: Viaje Inolvidable a Egipto
Parte III: Las Maravillosas Pirámides
Por: Lucía P. de García
Toronto.- Para aprender más sobre “la tierra de la civilización Kemet y de la adoración a Horus”, como por aquel tiempo se llamaba a Egipto y a su dios sol, en familia fuimos al Museo Egipcio de El Cairo, donde lucen miles de objetos que emergen de un pasado que lo ha tratado de reflejar Hollywood en sus bien logradas películas.
El museo fue inaugurado en 1902 para salvar las piezas que buscaban comerciantes locales y extranjeros. El descubrimiento del tesoro de Tutankamón en 1922 sumó más objetos, entre los que se destaca su máscara funeraria hecha con oro y piedras preciosas. Esa pieza y la copia de la piedra Roseta que permitió a Champollion descifrar los jeroglíficos egipcios alrededor de 1815, constituye lo más importante del lugar, que además exhibe el sarcófago gigantesco donde estaba el ataúd del joven faraón momificado y todo lo que podría necesitar en su paso por el más allá hasta convertirse en estrella eterna. El museo también expone esculturas de ídolos, decenas de momias en sus ataúdes, monedas, estatuas, pinturas, papiros escritos en árabe, griego, latín. Miles de otros elementos se guardan en los sótanos.
Con ese conocimiento llegamos al Desierto del Sahara, al suroeste de El Cairo, para, entre las 140 criptas de faraones que tiene el país, muchas edificadas antes que las de Guiza, contemplar otras pirámides más antiguas y más pequeñas si se comparan con las tres Grandes Pirámides construidas hace casi 5.000 años: Keops, Kefrén, Micerino, y su guardiana, la Gran Esfinge.
Empezamos el recorrido por esta última. De 20 metros de altura y 73 metros de longitud, la Esfinge tiene cuerpo de león y cabeza de hombre cubierta por el nemes, tocado de tela que a diario usaban los faraones, las coronas destinaban para ocasiones especiales. Cuerpo y cara de la Esfinge eran rojas, el neme tenía franjas azules y amarillas, el tiempo ha borrado los colores. La nariz fue destruida intencionalmente en el siglo III d.C. El inmenso monumento fue esculpido en el año 2.500 a.C. en la roca caliza del sitio, para custodiar la pirámide del faraón Kefrén.
Las tres Pirámides, consideradas una de las siete maravillas del mundo antiguo, inquietan con sus misterios y evidencian avances científicos que todavía se analizan, desatando teorías que incluyen una influencia extraterrestre, ya que su edificación implica un vasto conocimiento de nuestro propio planeta, del cosmos, los puntos cardinales, el calendario solar, las distancias con el sol, la luna, los astros, fórmulas matemáticas, proporciones y más. Igual curiosidad suscita la técnica de construcción que permitió la movilización y colocación de los inmensos bloques de piedra caliza, que el centro de la pirámide pudiera soportar semejante peso y que el ambiente interior mantuviera la temperatura ideal para preservar sus tesoros por centurias.
La pirámide más grande, la de Keops, tiene 146 metros de alto y cada una de sus caras 215 metros de ancho. La de Kefrén, igual ancho y 143 metros de alto. La de Micerinos tiene una altura de 66 metros y cada una de sus caras 103 metros de ancho.
Ingresamos a las entrañas de la Pirámide de Keops por una abertura realizada en el siglo IX. El largo e iluminado corredor desciende convertido en un graderío que luego sube estrechándose y aplanándose, obligando a gatear y a luchar contra una claustrofobia que en lo personal casi llega al límite, felizmente terminó al alcanzar la cámara funeraria. Está vacía. Siglos de saqueos desaparecieron lo que allí se había colocado. En ese amplio lugar de 6 metros de altura y un techo de 9 lozas de granito, cada una con un peso de 45 toneladas, sólo queda el sarcófago de granito del faraón y un pequeño agujero de ventilación para que su alma saliera hacia las estrellas. Nosotros no sentimos el vacío, los objetos faraónicos del Museo Egipcio estaban allí…
Pocos pasos al sur de la Pirámide de Keops está el moderno Museo de la Barca Solar, construido en 1985 para albergar la majestuosa barca funeraria de este faraón, descubierta en 1954 durante una excavación. Las barcas solares tenían el objetivo de llevar a los faraones en su viaje por el universo. La que se encontró tiene características de embarcación de alta mar y su madera de cedro muestra señales de haber sido utilizada en agua. Se especula si quizás la usó el propio Keops y que por esa razón la enterraron junto a su pirámide. Fuere o no así, las 1.224 piezas halladas fueron ensambladas cual rompecabezas en el mismo lugar durante más de diez años, y el museo fue edificado de acuerdo a sus dimensiones: 43.4 metros de longitud, 5.6 metros de ancho, 1.5 metros de calado. Al excavar alrededor de la Pirámide de Keops se descubrieron cuatro barcas más, y cinco alrededor de la Pirámide de Kefrén.
El paseo continuó con una vuelta a camello por el desierto y un descanso durante el cual un elegante joven egipcio se acercó a mi esposo para decirle que deseaba casarse con nuestra hija y ofrecía por ella 70 camellos. Todos quedamos estupefactos. Mi esposo contestó lacónicamente NO. El joven insistió, esta vez ofreciéndole el doble, 140 camellos. Mi esposo repitió NO. El joven le pidió que le diera la razón para tal negativa. Mi esposo le respondió “porque no puedo llevar a Canadá 140 camellos”. Así terminó ese día tan agitado.
Próxima semana: Parte IV, final: De Conjuros y de Momias
Comments (0)