La hija que denunció los abusos y torturas de su padre, TB Joshua, el líder de una de las iglesias cristianas más grandes del mundo
La hija que denunció los abusos y torturas de su padre, TB Joshua, el líder de una de las iglesias cristianas más grandes del mundo
Antiguos discípulos de TB Joshua le dijeron a la BBC que ver a Ajoke enfrentarse a su padre hizo que empezaran a dudar del pastor.
- La BBC revela cómo el fallecido líder de una megaiglesia, TB Joshua, acusado de cometer delitos sexuales a gran escala, encerró a su propia hija y la torturó durante años antes de dejarla sin hogar en las calles de Lagos, Nigeria. Y cómo ella acabó enfrentándose a él y destapando los abusos dentro de la iglesia.
“Mi padre tenía miedo, un miedo constante. Tenía mucho miedo de que alguien hablara”, dice Ajoke, una de las hijas del pastor y la primera denunciante que contactó a la BBC sobre los abusos que presenció en la iglesia de su padre, la Iglesia Sinagoga de Todas las Naciones (Scoan).
TB Joshua (Temitope Balogun Joshua), que murió en 2021 a los 57 años, está acusado de abusos y torturas generalizados durante casi 20 años.
Ajoke, que ahora tiene 27 años, vive escondida y no usa su apellido “Joshua”; la BBC decidió no publicar su nuevo nombre.
Poco se sabe sobre la madre biológica de Ajoke, que se creía que era una de las feligresas de TB Joshua.
Ajoke dice que fue criada por Evelyn, la viuda de Joshua, desde que tiene uso de razón.
Hasta los 7 años, cuenta que tuvo una infancia muy feliz, yendo de vacaciones con la familia Joshua a lugares como Dubái.
Pero un día todo cambió.
La suspendieron de la escuela por una falta menor y un periodista local escribió un artículo refiriéndose a ella como la hija ilegítima de TB Joshua.
La sacaron de la escuela y la llevaron al complejo Scoan en Lagos.
“Me obligaron a trasladarme a la habitación de los discípulos. No me ofrecí como voluntaria para ser discípula. Me obligaron a unirme”, subraya.
Golpes y humillaciones
Los discípulos eran un grupo de élite de seguidores dedicados que servían a TB Joshua y vivían con él dentro de la estructura laberíntica de la iglesia.
Provenían de todas partes del mundo y muchos permanecían en el complejo durante décadas.
Vivían bajo un estricto conjunto de reglas: se les prohibía dormir más de unas pocas horas seguidas, usar sus propios teléfonos o tener acceso a sus correos electrónicos personales y se les obligaba a llamar “papá” a TB Joshua.
“Los discípulos tenían lavado el cerebro y hacían lo que les pedían. Todos obedecían las órdenes, como zombis. Nadie cuestionaba nada”, dice.
Ajoke, que era sólo una niña, no seguía las reglas como los otros discípulos: se negaba a ponerse de pie cuando el pastor entraba en la habitación y se rebeló contra las severas órdenes de dormir.
Los abusos comenzaron poco después.
Recuerda que poco después de llegar, la golpearon por orinarse en la cama y luego la obligaron a caminar por el complejo con un cartel alrededor del cuello que decía: “Me orino en la cama”.
“El mensaje sobre Ajoke era que tenía terribles espíritus malignos que debían ser expulsados”, dice una ex discípula.
“Hubo un momento en las reuniones de discípulos en que él [Joshua] dijo que la gente podía golpearla. Cualquiera en el dormitorio para mujeres podía golpearla y recuerdo haber visto a la gente abofeteándola cuando pasaban”, dice.
Desde el momento en que Ajoke se mudó a la iglesia en el barrio Ikotun de Lagos, fue tratada como una paria.
“Fue etiquetada como la oveja negra de la familia”, dice Rae, de Reino Unido, quien pasó 12 años viviendo en la iglesia como discípula. Como la mayoría de los antiguos discípulos entrevistados por la BBC, ella optó por utilizar únicamente su nombre de pila.
Rae recuerda una ocasión en la que Ajoke durmió demasiado y Joshua le gritó que se levantara.
Otro discípulo la llevó a la ducha y “la azotó con un cable eléctrico y luego abrió el grifo del agua caliente”, cuenta.
Al recordar el incidente, Ajoke dice: “Grité a todo pulmón y dejaron correr el agua sobre mi cabeza durante mucho tiempo”.
Ese abuso fue interminable, dice.
“Estamos hablando de años y años de abuso. Abuso constante. Mi existencia como hija de otra madre socavaba todo lo que él [TB Joshua] decía defender”.
“¿Por qué lastimas a todas esas mujeres?”
Jessica Kaimu aseguró que no sólo fue violada en múltiples ocasiones por el fallecido predicador, sino también forzada a abortar en cinco ocasiones.
El abuso escaló cuando ella tenía 17 años y confrontó a su padre sobre “relatos, de primera mano, de personas que habían experimentado abuso sexual”.
“Vi a discípulas subir a su habitación. Se quedaban durante horas. Escuché cosas: ‘Oh, eso me pasó a mí. Intentó acostarse conmigo’. Demasiada gente decía lo mismo”, afirma.
La BBC habló con más de 25 ex discípulas (de Reino Unido, Nigeria, Estados Unidos, Sudáfrica, Ghana, Namibia y Alemania) que compartieron duros testimonios ,concordantes sobre abuso sexual que experimentaron o del fueron testigos.
“No pude soportarlo más. Entré directamente a su oficina ese mismo día. Grité a todo pulmón: ‘¿Por qué haces eso? ¿Por qué lastimas a todas esas mujeres?’ Le había perdido hasta el último ápice de miedo a ese hombre. Intentó intimidarme con la mirada, pero yo lo miré fijamente a los ojos”, dice.
Emmanuel, quien formó parte de la iglesia durante 21 años y pasó más de una década viviendo en el recinto como discípulo, recuerda ese día claramente.
“Él [TB Joshua] fue la primera persona que empezó a golpearla… luego se le unieron otras personas”, dice.
“Él decía: ‘¿Pueden creer lo que está diciendo de mí?’ A pesar de que la golpeaban, ella seguía diciendo lo mismo”.
Ajoke dice que la sacaron a rastras de su oficina y la pusieron en una habitación alejada del resto de los miembros de la iglesia, donde vivió en confinamiento social durante más de un año.
Es una forma de castigo dentro de Scoan conocida como “adaba”, algo que Rae también experimentó durante dos años.
Durante este tiempo, Ajoke explica que la golpearon repetidamente con cinturones y cadenas, a menudo a diario.
“Me pregunto cómo sobreviví esa época. No podía ni levantarme durante días después de esas palizas. Ni siquiera podía ducharme. Él estaba tratando con todas sus fuerzas de que la gente no me escuchara”.
Expulsada
Un día, cuando Ajoke tenía 19 años, la escoltaron hasta las puertas de entrada de la iglesia y la dejaron allí.
A la seguridad de la iglesia, que estaba armada, le dijeron que nunca más se le permitiría volver a entrar.
Eso fue seis años antes de que su padre muriera.
“Me quedé sin hogar. No tenía a nadie a quien acudir. Nadie me creería. Nada me preparó para esa vida”, dice.
Ajoke hizo lo que pudo para sobrevivir y pasó muchos años en las calles.
Se puso en contacto con la BBC por primera vez en 2019 después de ver una exposición de BBC Africa Eye, y así comenzó una larga investigación de la BBC para descubrir los abusos en Scoan.
La BBC se puso en contacto con Scoan con las acusaciones de esta investigación. No recibió respuesta, pero desde la iglesia negaron acusaciones anteriores contra TB Joshua.
“Hacer acusaciones infundadas contra el profeta TB Joshua no es algo nuevo… Ninguna de las acusaciones fue fundamentada”, señalaron.
Con la ayuda de antiguos discípulos y algunos amigos cercanos, Ajoke recientemente logró salir de las calles. Pero su salud mental se ha visto afectada.
Sin embargo, después de todo lo que ha pasado, sigue decidida a decir la verdad sobre su padre.
“Cada vez que me golpeaban, cada vez que me humillaban, recordaba que algo andaba mal en el sistema”, dice.
Antiguos discípulos le dijeron a la BBC que ver a Ajoke enfrentarse a este hombre fue una de las principales razones por las que comenzaron a dudar de su fe en TB Joshua.
“Nos mantuvo a todos en la esclavitud, esclavitud absoluta y total”, señala Emmanuel.
“Ajoke fue lo suficientemente audaz como para enfrentarlo. La veo como una heroína”.
La verdad, dice Ajoke, es lo más importante para ella: “Lo perdí todo, mi hogar, mi familia, pero para mí todo se reduce a la verdad”.
“Y mientras tenga aliento, defenderé la verdad, hasta el final”.
Su sueño es volver algún día a la escuela y terminar su educación.
Esta investigación de Africa Eye fue realizada por Charlie Northcott, Helen Spooner, Maggie Andresen, Yemisi Adegoke e Ines Ward.
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