CRÓNICAS. Fukushima
CRÓNICAS. Fukushima
Por: Lucía P. de García
Toronto.- A las 2h46 de la tarde del 11 de marzo de 2011 se produjo en Japón un terremoto de magnitud 9.1 Mw, Escala Sismológica de Magnitud del Momento, más precisa que la de Richter. Duró seis minutos, por lo que se le considera el cuarto más largo ocurrido en el planeta. Al tsunami que desencadenó se le cataloga como uno de los más catastróficos de la historia. El Servicio Geológico de Estados Unidos dijo que aquella fuerza fue tan grande que afectó a toda la Tierra, moviéndola sobre su eje un metro y medio.
Imágenes satelitales mostraron olas de hasta 40 metros de altura que arrasaron edificios, vehículos, trenes, barcos y dejaron más de 20.000 muertos, 5.314 heridos, 4.647 desaparecidos. Millones de hogares quedaron sin agua potable y electricidad. Las réplicas del terremoto desencadenaron inundaciones, incendios, falta de alimentos, artículos de primera necesidad, combustible. La pérdida económica se contabilizó en más de 300.000 millones de dólares.
El daño material más grave ocurrió en la Planta de Energía Nuclear Fukushima. De los 54 reactores nucleares que poseía, dos explotaron y se destruyeron los generadores de emergencia que sustentaban el sistema de enfrío; los trabajadores tuvieron que bombear agua del mar para refrescarlos. La Agencia Japonesa de Seguridad Nuclear e Industrial dio la alarma: la radiación en la planta era ocho veces mayor que lo normal, por lo que se evacuó la población en un radio de 20 kilómetros con la ayuda de las Fuerzas de Autodefensa Japonesa, marina, aviación. Se conoce que a los sobrevivientes se les trató por quemaduras, leucemia y otros tipos de cáncer, a más de traumas por la pérdida de sus familias, de sus hogares y de su entorno.
Los altísimos niveles de radiación continuaron, hasta que en diciembre de aquel año el gobierno decidió una “parada fría” en la central nuclear para mantener a los reactores a temperaturas por debajo del punto de ebullición y así evitar una liberación del material radioactivo. No obstante, el tsunami ya había llevado a alta mar cinco millones de toneladas de escombros contaminados, y aunque gran parte se habían hundido, seguían flotando 1,5 millones.
Para 2017 la radiación en Fukushima se había incrementado. En el aire se detectaron gases, líquidos y elementos volátiles radioactivos. En 2019, el Instituto Oceanográfico Woods Hole registró niveles de radiación en el Océano Pacífico “50 millones de veces más altos que antes del accidente” lo que constituía “una gran amenaza a la vida marina”.
Durante estos años, la Compañía Eléctrica de Tokio, TEPCO, operadora de la Planta Eléctrica de Fukushima, ha estado recolectando agua para enfriar los reactores nucleares, produciendo a diario 100 metros cúbicos de agua contaminada. Este líquido lo ha almacenado en 1.000 tanques de acero llamados “piscinas”, con la finalidad de tratarlo y luego de purificarlo verterlo en el Océano Pacífico, pues necesita más espacio para recoger el combustible nuclear y los escombros de los reactores destruidos, única manera de garantizar la seguridad de la Planta Nuclear.
La purificación del agua se ha realizado con supervisión de expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU, cuya mayoría dio el visto bueno a la primera descarga en el Océano Pacífico, la misma que ocurrió el 24 de agosto de 2023, cuando en “operación segura” según Japón, se vertieron 500 piscinas con 7.800 toneladas de agua residual aseverando que con el tiempo se diluirán en el agua.
Pero otros opinan lo contrario. Rusia y China advirtieron que al evaporarse esa agua puede contaminar la atmósfera. China, indignada, acusó a Japón de utilizar al Océano Pacífico como una “cloaca” y prohibió importar sus alimentos. También los vetaron Hong Kong y Macao. El grupo ambientalista Greenpeace comentó que el proceso de tratamiento es defectuoso. Más expertos señalan que es difícil eliminar todos los radioisótopos, lo más probable es que el agua liberada permanezca en el océano 30 años. ¡Ese es el tiempo durante el cual TEPCO planea seguir descargando en el Pacífico el agua nuclear tratada!
Mientras tanto, a las consecuencias de la catástrofe de marzo del 2011 se suma un nuevo desastre, ocurrido a las 8h53 de la mañana del martes 6 de febrero del presente año en la Planta Nuclear de Fukushima. Los trabajadores de la empresa TEPCO descubrieron una fuga de 5.5 toneladas de agua radioactiva. Lacónicamente la empresa confirmó que el agua “podría” contener 22.000 millones de becquereles de elementos radioactivos como el cesio y el estroncio.
Una vez más el incidente recuerda que no se debe jugar con estos elementos tan peligrosos. Podemos desaparecer los seres humanos, los animales y las plantas; todos los seres que vivimos en este hermoso planeta llamado Tierra.
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