CRÓNICAS. Reina Victoria
CRÓNICAS. Reina Victoria
Por: Lucía P. de García
Toronto.- El próximo lunes 20 Canadá celebrará el Victoria Day, conforme la tradición de efectuarlo el lunes previo al último fin de semana de mayo. El festejo honra el cumpleaños de la Reina Victoria del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, quien naciera el 24 de mayo de 1819 en Londres y falleciera el 22 de enero de 1901, luego de haber sido monarca del Reino Unido durante 63 años y emperatriz de la India durante 24. La reina marcó la historia en forma especial porque gobernó el Imperio sin perder popularidad, entre cambios industriales, políticos, sociales y revolucionarios en Europa, y en nuestro país, al firmar el Acta de Norteamérica que permitió a Canadá nacer como Federación con gobierno independiente el 1 de julio de 1867.
Como otros soberanos europeos Alexandrina Victoria perteneció a la casa real alemana de Hannover, era nieta de Jorge III nacido en Gran Bretaña, y sobrina de Guillermo IV, quien no tuvo descendencia. Su padre falleció cuando ella tenía un año de edad. Su madre la educó con estrictez y limitaciones económicas ya que su padre había adquirido muchas deudas. Creció triste, sola, junto a sus 132 muñecas. Hablaba y escribía fluidamente alemán, italiano, latín, inglés, francés. Tras el fallecimiento de su tío y con múltiples primos ilegítimos imposibilitados de heredarlo por ese motivo, ella tuvo que asumir el trono a sus 18 años, en 1837. Decidida a hacer un reinado constitucional eficiente y digno, se alejó de la influencia de su madre y del amante de aquella para buscar la guía del Primer Ministro Lord Melbourne. Inteligente, de mente abierta y pensamiento político de centroizquierda, favoreció al partido Whig, Partido Liberal. Al contar con su asignación económica personal canceló las deudas de su progenitor y con patriotismo empezó a aprender el arte de gobernar. El pueblo vio con agrado esos primeros pasos en el poder.
Tres años después se casó con su primo Alberto, de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha que luego cambiaría su apellido al de Windsor. De la misma edad, simpatizaban desde niños, por lo que nadie se sorprendió que Victoria le pidiera en matrimonio según exigía entonces el protocolo y que él la aceptara ocupando el papel de príncipe consorte. Tuvieron 9 hijos, cuatro hombres y cinco mujeres. Por primera vez Victoria se sintió feliz, los dos lo fueron, amándose intensamente y proponiéndose ser ejemplo de decoro, afecto, del deber familiar y de entrega al servicio del Imperio. Ella era la soberana absoluta, Alberto su secretario privado, ministro permanente, quien le leía los documentos de Estado, quien era su consejero.
En 1851 se celebró la Gran Exposición en el Crystal Palace, ideado y construido para el evento por el Príncipe Alberto. Más de 6 millones de personas la visitaron, maravillándose ante las máquinas inventadas y los miles de objetos exhibidos que demostraban los avances científicos, industriales, sociales y económicos de todo el mundo. Fue un rotundo éxito.
Hacia 1853, cuando Victoria tenía 34 años de edad, Gran Bretaña se unió con Francia y el Imperio Otomano para derrotar a Rusia. Pese a que no apoyaba la guerra, la reina visitaba a los heridos e instauró la máxima condecoración al valor en el frente, la Cruz Victoria.
Las guerras continuaron a lo largo del siglo conquistando para la corona británica territorios tan pequeños como Barbados, Gibraltar, Hong Kong, tan grandes como Canadá, Australia, India, y la mitad de un continente: África. Los súbditos del Imperio sumaban un quinto de la población mundial. La guerra se mantenía a sí misma con la extracción de recursos y riquezas de los pueblos conquistados. La colonización fue implacable, brutal.
También hubo bajas británicas. Casi se perdió India, tras recuperarla, Victoria fue nombrada Emperatriz de la India en 1877. Dos años después el ejército británico fue destruido en Sudáfrica. Ocho años más tarde sufrió otra derrota en Sudán. En el siglo XX empezó la era de las independencias, unas sangrientas, otras mediante acuerdos pacíficos como Canadá.
Durante su vida Victoria experimentó siete atentados graves y algunos ataques como la de un loco que con un palo le dejó la cara amoratada. La pareja real tuvo grandes contrariedades debido al comportamiento desordenado del hijo mayor “Bertie”. La mayor tragedia ocurrió en 1861: el fallecimiento del Príncipe Alberto a los 42 años de edad, posiblemente de tifoidea, cáncer de estómago o efectos de una fuerte lluvia que le sorprendió empeorando su condición. Victoria nunca superó la pérdida. En cierta forma ella también murió, “Él era mi vida” dijo. Ni siquiera asistió al funeral, se retiró de la vida pública y gobernó por correspondencia. Algo de ánimo le brindó la construcción de varios edificios en memoria de Alberto, siendo el más importante el Royal Albert Hall, inaugurado en Londres en 1871. Acrecentaron su dolor las muertes de tres de sus hijos, la princesa Alicia, el príncipe Alfredo y el hijo menor Leopoldo.
Vestida siempre de negro y recluida en su palacio, fue el centro de rumores que la relacionaban con uno de sus sirvientes, los acallaron su lealtad a la corona, su dignidad, su honestidad, su gran generosidad, su fortaleza admirable. Para reponer su ánimo viajó a la Costa Azul de Francia, su presencia convirtió al lugar en el descanso más popular de Europa.
La luz eléctrica, la radio, el uso de gas, el metro de Londres, los carros a motor, los trenes facilitaron la vida y permitieron el desplazamiento de la población del campo a las ciudades. La gente aprendió a leer y a escribir en escuelas gratuitas, lo que facilitó una mayor participación ciudadana en la vida política. Los jubileos de oro y de diamante fueron apoteósicos, desbordantes de ovación y cariño del pueblo hacia la monarca. La emocionaron, también a sus 31 nietos, varios de los cuales se convertirían en soberanos de diferentes reinos europeos.
Durante sus últimos años la Reina Victoria sufrió de reumatismo, una apoplejía acabó con su vida cuando tenía 82 años de edad mientras descansaba en su casa de vacaciones Osborne Haus, en la Isla de Wight. Según sus deseos, fue enterrada junto a su esposo en el Mausoleo real de Frogmore, en el Parque de Windsor. Entre varios objetos de valor sentimental estaban su velo de novia y un molde de la mano del príncipe Alberto. La era victoriana terminó colocándola a ella como ejemplo de sabiduría gubernamental y con un prestigio tan alto que le valió ser llamada “Matriarca de Europa”. Canadá conmemorará su recuerdo como siempre con desfiles, bandas de música, bailes, fuegos artificiales, alegría, el nuestro es un Estado Federal con un Parlamento de representación democrática bajo el marco de una monarquía constitucional.
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