EVIL DOES NOT EXIST. Japón, 2023. Un film escrito y dirigido por Ryûsuke Hamaguchi. 106 minutos
EVIL DOES NOT EXIST. Japón, 2023. Un film escrito y dirigido por Ryûsuke Hamaguchi. 106 minutos
Hitoshi Omika en EVIL DOES NOT EXIST
Por Jorge Gutman
EVIL DOES NOT EXIST. Japón, 2023. Un film escrito y dirigido por Ryûsuke Hamaguchi. 106 minutos
Considerado como uno de los más importantes realizadores de Japón, Ryûsuke Hamaguchi ha consolidado su prestigio a través de remarcables trabajos como lo han sido entre otros, La Rueda de la Fortuna y la Fantasía (2021) y en especial Drive My Car (2021) por el cual recibió el Oscar a la Mejor Película Internacional además de haber sido aplaudida internacionalmente. De allí que con gran expectativa se aguardaba Evil Does Not Exist, que obtuvo el Gran Premio del Jurado en el festival de Venecia de 2023. Con todo, esta absorbente fábula ecológica no alcanza a satisfacer plenamente aunque de todos modos se visiona una obra respetable.
La idea del film se originó como consecuencia de un breve acompañamiento a una pieza musical de la compositora Eiko Ishibashi que ya había colaborado con el realizador en Drive My Car. Es así que el proyecto originario se ha convertido en este largo metraje en donde la música es un elemento importante al ilustrar cada plano a lo largo de su desarrollo.
La historia está ambientada en una pequeña aldea rural de Japón, alejada de la cosmopolita ciudad de Tokio. Allí vive Takumi (Hitoshi Omika), con su hijita Hana (Ryo Nishikava) de 8 años de edad. Él es un solitario y taciturno aldeano que adora a la niña aunque a veces su distracción motiva a que se olvide de recogerla de la escuela al final de la jornada escolar. En los primeros 30 minutos de metraje del relato se lo contempla en su diaria rutina de cortar la madera del bosque frondoso que lo rodea como así también recoger varios contenedores de agua fresca con la ayuda de su amigo Kazuo (Hiroyuki Miura), para su traslado a un cercano restaurante. En esa primera parte el realizador líricamente destaca la presencia de la naturaleza impregnada de frondosos árboles y su fauna, que constituye un factor esencial para los habitantes de la aldea.
El núcleo del relato se produce cuando una agencia de Tokyo decide crear en la foresta región un camping a todo lujo para los turistas adinerados de la capital. Es así que arriban al lugar, dos empleados de la firma, Takahasi (Ryuji Kosaka) y su joven colega Mayuzumi (Ayaka Shibutami) encargados de convocar una reunión en la municipalidad de la aldea para informar a sus habitantes los detalles del proyecto. Al enterarse del mismo, los aldeanos demuestran su gran escepticismo dado que eso peligra la existencia del agua pura del lugar con la polución que generará la instalación de un tanque séptico; a todo ello sin la presencia de un guardia de seguridad existe el riesgo de que pueda producirse un incendio forestal. A fin de lograr un mayor conocimiento de la zona, los promotores del proyecto ofrecen un empleo de consejero a Takumi dado que él es una persona influyente en la comunidad.
Sin anticipar lo que después sobreviene, la impresión inicial es la de apreciar una sería crítica a la contaminación ambiental que ha causado tremendos daños en varias regiones del mundo. Sin embargo, la parte final del relato cobra un giro inesperado al introducir un acontecimiento dramático completamente disociado de lo que se ha visto anteriormente, dejando desconcertado al espectador.
Hamaguchi es un cineasta no convencional que confirma una vez más su notable maestría en la puesta escénica y encuadre así como en la conducción de su calificado elenco. Homenajeando a la naturaleza el director ofrece un film contemplativo que en ciertos tramos adquiere languidez, aunque eso no aminora su interés; ciertamente, su conclusión deja el terreno abierto a la discusión sobre si realmente “el mal no existe”, tal lo anuncia el título de esta película, o bien ciertamente lo opuesto.
MADAME DE SÉVIGNÉ. Francia, 2024. Un film de Isabelle Brocard. 93 minutos
Ana Girardot y Karin Viard en MADAME DE SÉVIGNÉ
Aunque no frecuentada por el cine, la directora Isabelle Brocard aborda la historia de la marquesa de Sévigné y el tóxico vínculo mantenido con su hija Françoise.
Sin ser una biografía Madame de Sévigne se centra en algunas décadas de su existencia. Nacida en 1626 en París, Marie de Rabutin-Chantal, queda huérfana a temprana edad y habiendo sido criada por su tío, recibe una buena educación. A los 18 años deviene la marquesa de Sévigné al contraer enlace con Henry de Sévigné, proveniente de una noble familia de Bretaña, con quien tiene dos hijos, el mayor Charles (1648) y la menor Françoise (1646). Después del deceso de su esposo en un duelo en 1651, la viuda de Sévigné (Karin Viard) se radica en París llevando una vida moderna e independiente trabando un vínculo amistoso con Madame de Lafayette (Noémie Lvovski).
Brocard en su guión compartido con Yves Thomas destaca el deseo de la marquesa de que su joven hija Françoise (Ana Girardot) pueda lograr una buena posición en su vida futura y a su vez que sea una mujer capaz de regir su propio destino. En ocasión de un baile realizado en los jardines del castillo de Versalles, la joven se topa con el rey Louis XIV (Benjamin Wangermee) quien trata de seducirla sexualmente pero su madre alcanza a retenerla; es así que para salvar su honor Marie consigue que en enero de 1669 su hija contraiga enlace con François Adhémar (Cédric Kahn), conde de Grignan. Una vez nacida su primera niña, Françoise la deja al cuidado de su madre, para radicarse en Provence donde su marido es designado gobernador.
De allí en más, el núcleo del film se centra en la tumultuosa relación entablada entre Marie y su hija. Amándola profundamente Marie ejerce en su hija una exagerada protección, además de tratar de controlarla en sus actos; ese comportamiento abusivo motiva a que Françoise exprese su rebeldía generando un vínculo de odio y amor hacia su madre a través de los encuentros y desencuentros que se producen entre ambas; los mismos quedan reflejados en la numerosísima correspondencia epistolar de Marie a su hija, cuya primera carta es enviada en febrero de 1671. Esas misivas contribuyeron a que después de haber sido editadas la marquesa de Sévigné se convirtiera en una de las autoras literarias femeninas más remarcables de la literatura francesa.
Considerando epidérmicamente el contexto político de la época, el film no alcanza a exaltar como debiera en la medida que su narración se vuelve repetitiva al abusar de la excesiva lectura de las cartas en off, aminorando su fluidez. A su favor, la película se beneficia de los buenos diseños de producción y especialmente de las excelentes interpretaciones de Karin Viard y Ana Girardot quienes plenamente transmiten la tensión proveniente de ese tóxico lazo materno-filial.
En esencia, se aprecia un convencional drama histórico que interesa por la actuación y por su mensaje de emancipación femenina que hoy día reviste actualidad con el movimiento abogado por Me Too.
THE BEAUTIFUL GAME. Gran Bretaña, 2024. Un film de Thea Sharrock. 124 minutos. Disponible en la plataforma de Netflix
Michael Ward y Bill Nighy en THE BEAUTIFUL GAME
Esta comedia deportiva dirigida por Thea Sharrock se distingue de otras del mismo género teniendo en cuenta que su enfoque está centrado en la Copa Mundial de Fútbol Callejero creada en 2001..
El guión de Frank Cottrell-Boyce presenta al afable Mal Young (Bill Nighy) quien con su experiencia de veterano entrenador de fútbol ahora dedica su atención a dirigir un grupo integrado por marginados sociales de variada edad que aficionados al fútbol viven sin hogar. El propósito es el de representar a Inglaterra en el torneo mundial mencionado que se realizará en Roma.
Mal desea que Vinnie (Micheal Ward) igualmente participe en el torneo como delantero. Él es un deportista que habiendo en sus primeros años demostrado sus habilidades en el fútbol, con el transcurso del tiempo no logró trascender. Aunque en principio se muestra reluctante en adherirse al grupo por no considerarse un excluido social, finalmente acepta la propuesta.
Una vez llegados a Roma, después de haber sido recibidos por Gabriela (Valeria Golino), la directora italiana del torneo, el relato refleja las vivencias de los integrantes del equipo durante dicha estancia y sus diferentes personalidades. Entre las mismas se destacan las del refugiado sirio Aldar (Robin Nazari), la del arquero Kevin (Tom Vaughan-Lawlor) y especialmente la de Nathan (Callum Scott Howells); él ha sido un adicto a la heroína que con medicación trata de redimirse, aunque eso no oculta la preocupación de su madre (Sian Reese-Williams).
Simultáneamente la historia ilustra algunas características de los participantes de otros países, en las que se destaca la simpatía de la monja Protasia (Susan Wokoma) a cargo del equipo de Sudáfrica así como las vicisitudes de la futbolista americana Rosita (Cristina Rodlo).
Una considerable parte del metraje enfoca los partidos de fútbol entre los diferentes contendientes centrando la atención en el equipo inglés, en donde adquiere tensión el encuentro de la semi final enfrentando al equipo de Italia.
Más allá de ilustrar la pasión que genera el fútbol, hay varios aspectos que claramente se distinguen en esta historia. Boyce. Así queda resaltada la devoción demostrada por Mal hacia su plantel que en la remarcable interpretación de Nighy queda expresado el gran humanismo de este personaje; asimismo se distingue la sólida actuación de Ward quien convincentemente transmite el drama vivido por el hostil Vinnie quien separado de su mujer (Jessye Romeo) y de su querida hijita (Jesuslina Baah-Williams) utiliza su auto como alojamiento.
Independientemente de quien resulta ganador del campeonato, lo que trasciende en el film es la afianzada hermandad del equipo permitiendo la perseveración de sus integrantes para encontrar un alentador sentido a sus vidas.
Aunque el film se alarga un poco más de lo necesario, resulta de todos modos bienvenido en la medida que Sharrock aporta fluidez a la narración generando un grato entretenimiento. Asimismo, el film ilustra el noble propósito perseguido por este especial Campeonato Mundial; según se lee en los créditos finales, el evento que agrupa a más de 70 país ha transformado la vida de más de un millón de personas indigentes y muchas de ellas han ayudado en la realización de esta película usando el amor y el poder del juego bonito.
Comments (0)