CRÓNICAS: Canadá y sus Medios de Comunicación
CRÓNICAS: Canadá y sus Medios de Comunicación
Por: Lucía P. de García
Toronto.- Antiguamente, el inmenso territorio canadiense lo ocupaban pueblos ancestrales ubicados entre sí a gran distancia. Para contrarrestar ese inconveniente inventaron un ingenioso medio de comunicación: señales de humo. Los encargados de enviar los mensajes se situaban en lugares estratégicos, una colina o una depresión donde prendían fuego con leña húmeda, ideal para producir un humo más denso. Eran expertos en su oficio. Encima de las llamas, dos personas extendían una manta y la movían sobre el humo de acuerdo a las indicaciones de quien sabía utilizar las hierbas que daban el color adecuado a los diferentes mensajes y conocía el lenguaje de las señales. Esa persona gozaba del respeto general.
Una vez instalado el mecanismo, a la distancia se podía ver el humo blanco y denso que anunciaba la comunicación. Pronto se empezaba a “leer” lo que los globos o aros de humo decían mediante sus distintos tamaños, tonalidad y grosor. Como propios y extraños podían mirar desde lejos el cruce de información, el mensaje era corto, preciso y usualmente sólo se lo empleaba en casos de urgencia. Los aros de color claro significaban algo bueno, triunfo, paz, un evento feliz; los aros de color obscuro indicaban la cercanía del enemigo, la derrota en la batalla, una desgracia.
Los europeos llegaron a Canadá en 1497, primero los ingleses y después los franceses. Ellos trajeron otro tipo de comunicación: la escritura y la lectura en inglés o en francés, siendo el intercambio de cartas el método más usado y con él los sellos postales. En 1851 Canadá emitió sus propios sellos con las imágenes de la reina Victoria, su esposo el príncipe Alberto, y la figura de un castor diseñado por Sir Sanford Fleming, científico canadiense que años después promovería el huso horario en el mundo. ¿Por qué el castor? Porque este mamífero inteligente, laborioso y perseverante es un símbolo de la identidad canadiense y como tal consta en nuestra moneda de cinco centavos.
Mientras ingleses y franceses traían inmigrantes a sus colonias, la comunicación de éstos con los pueblos originarios se incrementaba. Quienes más aportaron al intercambio cultural fueron los locales. Compartieron con los extranjeros sus saberes: cómo sobrevivir los duros inviernos, cultivar maíz, papas, cazar bisontes; conocer, respetar y amar a la Madre Naturaleza.
Durante la época colonial se afianzó en Canadá el empleo de la imprenta y de la telegrafía. El primer periódico en imprimirse fue The Halifax Gazette, en 1752. Dejó de salir 13 años más tarde. En 1778 apareció The Gazette de Montreal, el cual circula hasta el presente.
El teléfono revolucionó al mundo. Aunque ya había sido inventado, fue el británico Alexander Graham Bell quien lo patentó en 1876. Se dice que la primera llamada la realizó entre las ciudades canadienses Brantford y París, las dos ubicadas en la Provincia de Ontario. Ante algunas discrepancias sobre el tema, Bell señaló “El teléfono se concibió en Brantford en 1874 y nació en Boston un año después”.
La radio canadiense surgió para contrarrestar la influencia de sus similares estadounidenses. Su desarrollo en onda media la había conseguido la Canadian National Railway, para servir a sus pasajeros. El Estado la asumió para radio pública en 1932. Cuatro años después, garantizando su independencia política, traspasó los activos a la Corporación para la Radiodifusión Pública “CBC Radio One”, ubicada en Newfoundland, la cual recién se había integrado a la Confederación Canadiense como provincia. En la actualidad, su cobertura llega a todo el territorio nacional con el nombre de Canadian Broadcasting Corporation CBC.
Las dos Guerras Mundiales convirtieron a nuestro país en el hogar de miles de inmigrantes. La televisión estadounidense captó la audiencia nacional, hasta que el gobierno finalmente apoyó a la CBC para que construyera las estaciones de televisión en Montreal y Toronto, donde hicieron sus primeras transmisiones en 1952. La competencia con las televisoras estadounidenses era tenaz, sólo veinte años después proliferaron nuestras propias estaciones.
En Toronto, los rascacielos que empezaron a elevarse desde el centro de la ciudad afectaron la transmisión de televisión al punto de hacer indispensable la construcción de una torre de radiodifusión autoparlante que aliviara el problema: la Canadian National Tower, mejor conocida como la CN Tower. El trabajo lo hizo la compañía Canadian National Railway; empezó en febrero de 1973 y terminó en septiembre de 1976. La CN Tower tiene 553,3 metros de altura, es la más alta de nuestro continente y fue la más alta del mundo hasta 2007, cuando la superó el edificio Buri Khalifa de 828 metros de altura, construido en Dubai, Emiratos Árabes Unidos.
La Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles considera a la CN Tower una de las Siete Maravillas Modernas. Para Toronto, es la más importante atracción turística de la ciudad. Para Canadá, es otro ícono del país. La majestuosidad de la CN Tower evoca el humo que subía al cielo mientras los integrantes de nuestros pueblos ancestrales esperaban que su mensaje fuera de color claro. También el mundo, en esta vertiginosa evolución de la tecnología y de los medios de comunicación, sólo anhela que se difundan noticias de tonalidad feliz…
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