¿Quién ganó en Venezuela? Los datos de la oposición son más verificables que los oficiales
¿Quién ganó en Venezuela? Los datos de la oposición son más verificables que los oficiales
Un ciudadano venezolano buscaba el pasado domingo su mesa de votación durante la jornada de elecciones presidenciales de Venezuela.
– Violar la transparencia de un proceso electoral hace dificilísimo verificarlo. Pero la evidencia aportada hasta ahora es desigual: la oposición ha presentado más detalles, se expone a evaluación y gana credibilidad
Días después de las elecciones en Venezuela del 28 de julio, crecen las sospechas de fraude electoral. El Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el oficialismo, proclamó vencedor al presidente Nicolás Maduro el mismo domingo, otorgándole un 51,2% de los votos, frente al 44,2% de su rival, el opositor Edmundo González. Lo hizo aportando un boletín que calificó de “irreversible”, saltándose procedimientos de transparencia e integridad previstos, y sin aportar ningún dato que facilite verificar sus afirmaciones. Al mismo tiempo, la oposición reclama una victoria holgada, 67% a 30%, apoyándose en más 24.000 actas de las que asegura tiene copia y que ha presentado en una página web, que se ha sumado a otras que propagan datos similares.
Ante esta discrepancia, ¿qué podemos concluir? Mi juicio es claro ahora mismo: los datos aportados por los opositores son mucho más profundos y más verificables.
Los datos del Gobierno de Maduro son pobres
El domingo por la noche, el CNE anunció el resultado electoral con un boletín de apenas seis cifras de resultados: tres datos de votos —para Maduro, Edmundo González y “otros”—, y tres porcentajes correspondientes. Serían los porcentajes de un escrutinio que decían estaba al 80% y que suponía una tendencia “irreversible”. Pero desde entonces no ha habido más actualización. Han pasado cuatro días, y aunque es chocante y vulnera procedimientos previstos, el Gobierno no ha ofrecido más datos sobre los resultados electorales.
El CNE no ha publicado las actas de escrutinio ni sus resultados. Son el documento esencial que generan las máquinas de voto electrónico al cierre de una mesa, con los votos y otros detalles. Las actas se imprimen en el mismo centro de votación, se entregan a presentes y partidos, y se envían de manera telemática al CNE, que se encarga de calcular los totales. El mismo organismo debía publicar los resultados desagregados, por centro y mesa, salidos de las actas, pero en mitad de la noche del domingo su web dejó de funcionar. No ha vuelto.
El Gobierno tampoco ha ofrecido las actas de verificación, que certifican, como explicamos aquí, que se realizó con éxito la prevista Auditoría de Verificación Ciudadana —el cotejo de las actas de escrutinio con el recuento de las urnas de papel—.
Tampoco se ha ofrecido ningún resultado subnacional. El CNE no ha publicado el voto ni por municipios, ni por regiones. Solo ese puñado de cifras totales de la primera noche.
Por si eso fuese poco, las seis cifras de resultados que ofreció el CNE también resultan sospechas. ¿El motivo? Las cifras de votos de “Maduro”, “Edmundo” y “Otros” coinciden con un porcentaje de votos exacto hasta el sexto decimal. Sería rarísimo un resultado así por azar: que pase con un candidato es difícil, una en mil veces, pero que pase con dos candidatos es una carambola de entre un millón.
¿La explicación para esta exactitud? Lo más fácil es pensar que el número de votos que ofreció el boletín del CNE es una cifra calculada a partir de los porcentajes: partieron del total de votos (10.058.774), tomaron un porcentaje redondo, como el 51,2% de Maduro, y con eso calcularon sus votos: 5.150.092,288. Como es absurdo dar decimales a los votos, lo dejaron en 5.150.092. Por eso los porcentajes serían casi redondos, pero no por completo, solo al sexto decimal. No es imposible creer que esos porcentajes son los buenos, y que el CNE calculó los votos a partir de ellos en lugar de usar los votos realmente contabilizados, pero es un comportamiento como mínimo raro.
Los datos de los opositores son mucho más profundos
Tras pasar la mañana recabando información, la oposición ofreció una conferencia en la tarde del lunes para revelar que habían conseguido el 73% de las actas, con resultados que contradecían los anunciados por el CNE y que les daban la victoria. Desde entonces, los opositores han seguido recopilando actas y las han presentado en varias páginas web. La más reciente asegura contener 24.576 actas, este jueves, lo que supone el 81,8% del total. Cualquiera puede buscar un acta, consultar los resultados detallados e incluso descargar una copia escaneada.
Dos fragmentos de una de las actas —un acta completa tiene seis o siete veces más contenido
Cada acta incluye mucha información: todos los resultados de la mesa, una versión en código QR de los mismos, su identificador, la fecha y la hora de cierre, una cadena hash de seguridad, y el nombre y la firma de los miembros de la mesa, los testigos y hasta del operador del dispositivo. Las actas son un elemento esencial para esclarecer el resultado electoral, porque son potencialmente verificables. Por ejemplo, su información se podrá cotejar con otros rastros de papel de la jornada, como las actas de la Auditoría de Verificación.
Al contrario que el CNE, la web que ha divulgado la oposición con las actas permite obtener —y someter a análisis— los resultados en cada parroquia, municipio y Estado venezolano.
Yo mismo he podido acceder a los datos tabulados de 997 de esas actas de mesa. He usado el subconjunto que ha procesado un grupo de sociedad civil independiente, que prefiere no ser nombrado por temor a la represión, y validado un grupo de académicos de la Universidad Federal de Pernambuco y de la Universidad de Michigan. Antes de las elecciones, eligieron 1.500 mesas electorales representativas del país, con prerregistro. Estos días han conseguido actas de 997 de esas 1.500, y a partir de ahí, aplicando una metodología formal y documentada, han producido una estimación del resultado final: 66% para Edmundo González y 31% para Maduro.
Una auditoría profunda de esos datos exige tiempo, pero mi primera impresión es positiva —en el pasado he manejado datos de decenas de elecciones de muchos países—. Por ejemplo, en un primer gráfico muestro los votos de Maduro y Edmundo para cada mesa. He calculado sus porcentajes y marcado aquellas mesas con algún porcentaje exacto, que son pocas, como cabía esperar.
En este segundo gráfico, he tomado datos de voto en más de 200 parroquias venezolanas, y los he cruzado con un indicador socioeconómico que ofrece su Instituto Nacional de Estadística venezolano. Es solo un ejemplo, pero aparece un patrón verosímil: según los datos de las actas, Maduro habría tenido más voto en regiones más desfavorecidas.
El resumen es sencillo: el Gobierno de Maduro apenas ha aportado datos para sustanciar su declaración de victoria, mientras que la oposición venezolana ha dispuesto un operativo para recoger y presentar miles de actas. Ofrece más información, es más transparente, se expone a evaluación y escrutinio, y de ese manera, eleva la credibilidad de sus resultados.
La única alternativa para el chavismo es hacer un rapidísimo ejercicio de transparencia. ¿O quizás es tarde ya? Las sospechas de irregularidades se refuerzan con cada día de opacidad oficial.
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