Daniel Ortega arremete contra Lula y lo acusa de corrupto por su posición ante las elecciones venezolanas
Daniel Ortega arremete contra Lula y lo acusa de corrupto por su posición ante las elecciones venezolanas
Daniel Ortega durante la cumbre de la ALBA, en Caracas (Venezuela), en abril de 2024. Ariana Cubillos (AP)
– El caudillo sandinista ataca públicamente a su viejo aliado y da por rotas las relaciones diplomáticas entre Managua y Brasilia menos de un mes después de la expulsión recíproca de embajadores
Los rifirrafes diplomáticos entre los otrora dos grandes aliados ideológicos de izquierda en Latinoamérica, Daniel Ortega y Luiz Inácio Lula da Silva, no amainan. El caudillo sandinista aprovechó este lunes 26 de agosto la cumbre telemática de jefes de Estado de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP) para atacar al presidente brasileño, quien mantiene firme su postura como líder regional progresista al exigir al Nicolás Maduro que presente las actas electorales de los cuestionados comicios presidenciales del pasado 28 de julio. “Si querés que te respete, respétame, Lula. Si querés que te respete el pueblo bolivariano, respeta la victoria del presidente Nicolás Maduro y no andes ahí de arrastrado”, espetó el caudillo sandinista desde Managua, acompañado de su esposa, la “copresidenta” Rosario Murillo.
En su virulento discurso, Ortega dio por rotas las relaciones diplomáticas entre Managua y Brasilia. Es decir, menos de un mes después de uno de los encontronazos más serios entre ambos países: el retiro recíproco de sus embajadores. Todo inició por la ausencia del embajador brasileño Breno Souza da Costa al acto del 45 aniversario de la Revolución Sandinista, celebrado el pasado 19 de julio.
El régimen de Ortega-Murillo se resintió con el desplante del diplomático y ordenó su expulsión, dándole un plazo de 15 días. Itamaraty hizo gestiones para ver si la Cancillería del país centroamericano se retractaba de la decisión, pero no hubo marcha atrás de parte de la pareja presidencial. De modo que Brasil aplicó reciprocidad a la embajadora nicaragüense, Fulvia Patricia Castro Matus.
La salida forzada de los respectivos representantes diplomáticos supuso una ruptura, pero el enfriamiento de la relación fue progresivo, atizado por la crisis con el chavismo por el fraude y los reiterados intentos de Lula para erigirse como mediador entre el régimen sandinista y la comunidad internacional, en específico con El Vaticano.
Las relaciones entre Brasil y Nicaragua llevan un año congeladas, según Itamaraty, después de que Ortega hiciera oídos sordos a los intentos de Lula de interceder, por encargo del papa Francisco, para lograr la liberación del obispo Rolando Álvarez, preso político y luego desterrado a Roma. “Conversé con el Papa y él me pidió que conversara con Ortega sobre un obispo que estaba preso”, dijo Lula en una entrevista con corresponsales extranjeros, con relación al prelado, condenado a 26 años de cárcel por delitos considerados “traición a la patria”. “Lo concreto es que Ortega no me atendió el teléfono y no quiso hablar conmigo. Entonces, nunca más hablé con él”, detalló.
El caudillo sandinista ha respondido por primera vez en público de la siguiente manera este lunes en la cumbre del ALBA: “Si el Papa quiere comunicarse con nosotros lo puede hacer: continuamente nos comunicamos con ellos, con el canciller [Pietro] Parolin, ya varias platicas se han tenido con él y se le habla con toda claridad y pues escucha. No necesitamos intermediarios nosotros ni le pedimos a Lula que él fuera intermediario”, dijo Ortega, mientras su esposa, a susurros, le ayudaba a terminar algunas frases.
Ortega cierra filas con Maduro
Daniel Ortega y Nicolás Maduro en el Palacio Presidencial de
Miraflores en Caracas (Venezuela), el 24 de abril de 2024.
Ariana Cubillos (AP)
Antes de referirse a la relación con Lula, Ortega cerró filas con Maduro y su cuestionada victoria electoral. Dijo que su antiguo aliado es uno de los presidentes de América Latina que ha tenido una “reacción brutal” y “cobarde” por no reconocer el triunfo del chavismo, y que forma parte de los “Gobiernos serviles, traidores, arrastrados”.
“Te estás arrastrando también, Lula, te estás arrastrando. Y no me digas que tus gestiones fueron extraordinarias… recordá tus alborotos, los escándalos, los Lava Jatos, acordate bien de todo eso… acordate Lula. Te podría mencionar una docena de cosas más”, dijo Ortega, y repitió que el presidente brasileño de quiere ser el “representante de los yanquis en América Latina”.
En la entrevista con corresponsales extranjeros, Lula lamentó que “un tipo que hizo una revolución como la que Ortega hizo para derrotar a [Anastasio] Somoza” se haya renegado a conversar con él, y agregó que hoy no sabe si esa revolución (la sandinista) fue “porque quería el poder o porque quería mejorar la vida de su pueblo”. Además dijo que es “favorable” a que “haya una alternancia en el poder” en todos los países, porque es “lo más sano” para una democracia.
A lo que Ortega respondió este lunes: “Entonces, que te puedo decir Lula, ya que esto lo has hablado públicamente, ¿vos cuántos periodos de gobierno llevas? Llevas dos periodos de gobierno, parece que te gusta ser presidente y de esa presidencia de ese gran país, que es Brasil, querés convertirte en el representante de los yanquis en América Latina”, insistió.
“Es un Gobierno que se ha presentado como muy progresista como muy revolucionario. Ahora que hay que repetir las elecciones [en Venezuela], dicen. Lo dice Brasil, Lula”, agregó el dirigente sandinista. “Y desde esa presidencia de ese gran país, que es Brasil, querés convertirte en representante de los yanquis en América Latina (…) por eso rompimos relaciones con Brasil, porque a pesar de que Nicaragua es un país pequeño, tenemos dignidad”.
Lula, además de con Venezuela, ha intentado ser un mediador entre la dictadura de Ortega-Murillo y la comunidad internacional para buscar una salida pacífica a la crisis sociopolítica que Nicaragua atraviesa desde 2018, el año de las masivas protestas sociales que fueron reprimidas con violencia. Con la expulsión del embajador Breno de Souza, el régimen sandinista dinamitó uno de los escasos puentes que le quedaba con la izquierda latinoamericana.
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