Víctor Rosales: “En México es más fácil ser delincuente que ambientalista”
Víctor Rosales: “En México es más fácil ser delincuente que ambientalista”
– El fundador y líder del proyecto Aak Mahahual arriesga su vida en el último rincón de la Rivera Maya para defender a las tortugas marinas de la caza ilegal
La luz cenital de fines de julio se apodera del mediodía y calienta la arena blanca de Mahahual, un pequeño pueblo costero ubicado a poco más de 50 kilómetros de la frontera con Belice, en el sureste mexicano. Mejor conocido por el nombre comercial de Puerto Costa Maya, a este exótico rincón del Estado de Quintana Roo llegan no solamente dos enormes cruceros con turistas por día, sino también tortugas que enfrentan el desafío de anidar en playas cubiertas de plásticos y sargazo.
Mahahual resume la crisis ambiental del Caribe como ningún otro sitio. Por una parte, el sargazo confunde a las tortugas en el Caribe. Estas no pueden detectar la arena blanca de las orillas, lo que afecta sus sitios de anidación y sus tasas de reproducción. A eso se le suma la polución plástica que arrastra la marea y la existencia de depredadores, como perros y pescadores ilegales.
Víctor Rosales es ambientalista y defensor de las tortugas marinas. Nació hace 42 años en Belice de una madre maya-quiché guatemalteca y un padre salvadoreño, y creció en Quintana Roo, el segundo Estado más biodiverso de México. Al terminar la secundaria, se alistó en el ejército mexicano, según dice, por necesidad económica, patriotismo y un espíritu de superación personal, y llegó a formar parte del grupo de fuerzas especiales. Una década más tarde, renunció. Luego se volvió guía de turismo de buceo y comenzó a involucrarse con la realidad socioambiental de Quintana Roo.
En 2018, Rosales fundó la ONG Aak Mahahual. En lengua maya ‘Aak’ significa tortuga. En la región del Mahahual existen principalmente dos especies: la caguama (Careta careta) y la verde (Chelonia midas). En este rincón olvidado del Caribe, él intenta proteger a la frágil población de tortugas de depredadores extraños como perros y pescadores ilegales.
Pero no es una tarea fácil. México sigue siendo uno de los países más peligrosos del mundo para los ambientalistas, y Rosales lo sabe por experiencia propia: hace un par de años, después de que invitara a la comunidad pesquera local a unirse a sus esfuerzos de conservación, un pescador le apuntó con una pistola a la cabeza en una gasolinera: “En México es más fácil ser delincuente que ambientalista”, lamenta.
Cazadores furtivos y traficantes de huevos de tortuga
El viaje en auto desde Cancún a Mahahual dura unas cinco horas, y a veces se detiene por las obras de construcción del Tren Maya. En este pequeño pueblo, Rosales busca reducir el impacto de las malas prácticas de buceo por parte de los turistas que han llegado a provocar daños a los arrecifes de coral o comprar peces y otras especies marinas en peligro de extinción.
“Los cazadores ilegales se comunican con códigos en las redes sociales: ‘carne de res’ significa carne de tortuga y los mal llamados ‘limones blancos’ son los huevos. Cada huevo se comercializa en el mercado negro en 20 pesos mexicanos (aproximadamente un dólar estadounidense)”, comenta Rosales en conversación con América Futura.
El paisaje en las inmediaciones del muelle donde llegan al menos dos cruceros con turistas cada día es desolador: playas privadas y vírgenes se encuentran cubiertas de plásticos y sargazo, poniendo en riesgo el hábitat de las tortugas caguama y verde, que necesitan cavar sus nidos para depositar sus huevos en la orilla durante la temporada de eclosión.
Caminando sobre la arena entre las palmeras y pedazos de coral desprendidos del arrecife de Chinchorro por el paso del huracán Beryl, Rosales divisa la huella de una tortuga que ha subido del mar a la playa, lo cual confirma que está ante un nido positivo, con forma de cama y un círculo con elevación hacia arriba.
Arrodillado, Rosales perfora su varilla metálica para buscar los huevos, que se esconden entre 30 y 100 centímetros bajo la arena. Detecta el nido y cava hasta encontrar a una cría de tortuga verde que acaba de eclosionar, pero decide devolverla a su nido para que intente llegar al mar durante la noche, ya que la luz diurna la hace una presa fácil para las aves predadoras que sobrevuelan la zona. En lugar de colocar postes con señales, el equipo de Aak Mahahual utiliza herramientas de geolocalización para evitar que roben los huevos de tortuga para consumirlos o comercializarlos en el mercado negro.
Atravesando un parche de selva virgen hacia otra de las bahías, Rosales comenta que 2023 fue un buen año para la conservación, ya que encontraron 180 nidos de tortugas verdes (unos 32.400 huevos) y 90 de caguama (12.600 huevos) en la parte norte de Mahahual.
“Pero no todas las tortugas que llegan a nacer sobreviven: primero deben abrirse camino entre la arena: tras salir de la profundidad, deben superar la capa de sargazo de hasta 1,40 metros de alto que puede encontrarse sobre la arena. Luego de todo eso, y una vez en la orilla, todavía deben tratar de escalar sobre los residuos en la costa, dificultando aún más la eclosión, que ocurre entre mayo y octubre, coincidiendo con la temporada de las inundaciones de esta alga”, explica Rosales.
El desafío hacer ver a los pescadores del valor ecosistémico de las tortugas – que atraen turismo y actúan como depredador o presa de otras especies – no es tarea fácil, ya que sus huevos son consumidos por humanos desde tiempo inmemorial. “Se trata de cambiar la mentalidad de las comunidades y buscar concientizar a la gente con propuestas que no sean vistas como una imposición, ya que aquí no hay quien haga respetar las leyes”, dice Rosales.
El delicado equilibrio entre tortugas, perros y jaguares
El territorio de los jaguares en la selva maya se expande a lo largo del corredor biológico Sian Ka’an–Calakmul. Todos los años, estos felinos bajan a comer tortugas en la costa de Quintana Roo. Por otra parte, hace una década se descubrió que los perros desnutridos de la zona —a menudo pertenecientes a familias de pescadores— estaban comiendo huevos de tortuga marina, iniciando así un ciclo vicioso: al no encontrar tortugas – ya que sus nidos son profanados -, el jaguar termina comiéndose a los perros, y esto desata la ira de sus dueños, quienes terminan matando a los jaguares.
Cada familia de la zona tiene entre ocho y diez perros, por lo que desde Aak Mahahual iniciaron una campaña con el apoyo del International Fund for Animal Welfare (IFAW) para la construcción de caniles, una mejor alimentación, vacunación y castración, ya que un perro enfermo también puede acabar matando al jaguar. En un reciente informe de gestión, la gobernación de Quintana Roo destaca una campaña masiva de esterilización en la ciudad de Playa del Carmen para más de mil animales domésticos de forma gratuita y segura, pero la misma aún no llegó a la zona de Mahahual.
Si bien Mahahual es visto como un faro para señalar el final del camino turístico de la novedosa Riviera Maya, Rosales denuncia que el dinero de los impuestos al turismo recaudado por el Gobierno termina invirtiéndose en otras localidades de Quintana Roo, mientras que esos fondos se necesitan para la reforestación, la lucha contra los incendios y la construcción de pasos de fauna en Mahahual.
Por eso, desde Aak Mahahual reclama que las autoridades ambientales como Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y la Procuraduria Federal de Protección al Ambiente hagan su trabajo, ya que son fundamentales para proteger eficientemente las áreas naturales protegidas. “Como sociedad civil y ONG, no podemos hacer cumplir la ley: necesitamos recursos para capacitar a la sociedad y al personal policial, y así lograr que el tema ambiental se vuelva una prioridad”, pide Rosales.
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