Un equipo de arqueólogos asegura haber detectado en el Cusco una red de pasajes subterráneos de los incas
Un equipo de arqueólogos asegura haber detectado en el Cusco una red de pasajes subterráneos de los incas
– El proyecto espera el permiso de las autoridades para excavar y confirmar sus investigaciones, basadas en pruebas de sonidos y el uso de georadares
En los Comentarios Reales de los Incas, su obra más célebre, Garcilaso de la Vega —el famoso intelectual mestizo, hijo de un capitán español y de una princesa inca— menciona a inicios del siglo XVII que unas calles y alamedas subterráneas conectaban la fortaleza de Sacsayhuamán y el templo del Coricancha, un lugar sagrado durante el Imperio incaico donde se veneraba al dios sol. En otras crónicas, escritas por hermanos de la congregación jesuita, se señalaba que para construir la iglesia de la Compañía de Jesús en Cusco hubo un extremo cuidado para no interferir con el curso de las chicanas (laberinto en quechua).
“Es una cueva muy profunda que hicieron los reyes incas, la cual atraviesa toda la ciudad y tiene su entrada en la fortaleza Sacsayhuamán, y baja de lo alto por lo bajo del cerro y pueblo o parroquia de San Cristóbal, y sale por lo que ahora es Santo Domingo”, se explica en uno de esos textos antiguos y anónimos, escritos con pluma y tinta. Durante siglos la posibilidad de que debajo de la ciudad imperial del Cusco existiese una red de pasajes subterráneos fue un mito que muchos investigadores se empecinaron en resolver.
Hace poco una pareja de arqueólogos organizó una conferencia de prensa en la Municipalidad Provincial del Cusco para develar el misterio. Jorge Calero Flores y Mildred Fernández Palomino aseguran haber detectado esta red, que tendría 1.750 metros de longitud, y estaría compuesta por enormes zanjas, revestidas con muros pétreos, techos y vigas de piedra labrada. Tendría tres ramales: uno hacia el centro arqueológico de Callispuquio, otro se dirige hacia el sector de Muyucmarca en Sacsayhuamán y otro cruzaría el templo de San Cristóbal.
“La cavidad sería de un metro a 2,60 metros de ancho por un 1,60 de alto. Sospechamos que el Inca pudo haber sido llevado en andas por ahí”, ha declarado Jorge Calero, etnógrafo y escritor. Junto a Mildred Fernández han construido una vasta bibliografía, entre los que destaca Sicuani y el sur andino acerca de las primeras sociedades que trabajaron con alfarería. Fernández fue directora de la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco.
Los arqueólogos basan sus aseveraciones en dos métodos: pruebas de sonidos y el uso de georadares. Después de revisar toda la información disponible y trazar una ruta tentativa del túnel, golpearon el suelo con una comba y una placa metálica para corroborar la intensidad del eco. Luego se valieron de georadares, instrumentos que envían ondas electromagnéticas, para obtener imágenes del interior.
“Hemos analizado documentos del siglo XVI y XVII, el cronista Anello de Oliva nos indica que había muchos pasajes subterráneos, un cronista anónimo nos dice que pasaba por el costado de la Catedral, es decir las casas arzobispales, luego dice que está por el costado de Sacsayhuamán, todo eso ha servido para ir ubicando el trazo”, afirmó. El proyecto cuenta con el apoyo de ingenieros civiles, geofísicos y técnicos en manejo e interpretación de datos obtenidos por georadares, además del aval de asociaciones sin fines de lucro.
Si bien la noticia ha sido recibida con júbilo, también hay sectores que tienen serias dudas sobre este presunto hallazgo. Sobre todo porque en el pasado otros investigadores también han asegurado haber descifrado el misterio. Por eso, Jorge Calero y Mildred Fernández desean empezar la siguiente fase de su proyecto: las excavaciones. Han enviado un documento donde solicitan autorización al Ministerio de Cultura y a otros órganos gubernamentales para realizar forados en Sacsayhuamán y así comprobar sus investigaciones. Su propósito es comenzar los trabajos a partir de abril. Su solicitud por ahora se encuentra en evaluación.
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