CRÓNICAS: Víctor, Un Canto Inconcluso
CRÓNICAS: Víctor, Un Canto Inconcluso
Por: Lucía P. de García
Toronto.- Hay amores que trascienden en el tiempo no sólo por la intensidad del sentimiento que envuelve a una pareja, sino porque desbordan hacia los demás, hacia la Patria, hacia el mundo. Uno de esos es el que vivieron Víctor Jara y Joan Turner.
Ella inglesa, profesora de danza, simpática, jovial, llegó a Chile en 1954 con su primer esposo, el coreógrafo Patricio Bunster. Tras radicarse en Santiago se integró al Ballet Nacional y trabajó como docente en las escuelas de Danza y Teatro de la Universidad de Chile, donde instauró la carrera de Profesores de Danza Infantil. En 1960 tuvo su primera hija, Manuela Bunster. Para entonces Patricio la había abandonado.
Todavía en el hospital llegó a saludarle Víctor Jara, uno de sus alumnos de danza. Días después, sola y convaleciente, alguien golpeó la puerta de su departamento, era Víctor con un ramito de flores. Se casaron el mismo año; ella adoptó el nombre de Joan Turner de Jara. A la pequeña llamaron Manuela por el padre de Víctor. Cinco años después nació su hija Amanda, nombrada así por la madre del famoso cantautor. Víctor y Joan criaron a sus hijas con amor y alegría, rodeadas de danza, teatro, poesía; de melodías inspiradas en el campo, en los anhelos de los pobres, en el activismo social de izquierda. Esa música folklórica bella y llena de fuerza cautivó a los jóvenes de América Latina, España, Europa, y a Víctor le representó giras internacionales con grupos como Quilapayún, Inti-Illimani; múltiples premios.
El 11 de septiembre de 1973 Víctor Jara se despidió de su familia y salió a trabajar en la Universidad Técnica del Estado (UTE). Nunca regresó. El golpe militar de Augusto Pinochet se instauró en Chile. Murió el presidente Salvador Allende. Se bombardearon el Palacio de La Moneda y la UTE, donde se detuvo a estudiantes y trabajadores y se les llevó al Estadio Chile, que se convirtió en centro del horror. Allí, el poeta escribió: Canto, que mal me sales / cuando tengo que cantar espanto. / Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto. / De verme entre tantos y tantos momentos del infinito / en que el silencio y el grito son las metas de este canto.
Testigos afirman que los militares le torturaron, se ensañaron con él. Le pusieron un revólver en su sien con una bala en el tambor y jugaron presionando el gatillo hasta que la bala salió y le atravesó la cabeza. Una semana después su cuerpo fue encontrado en un lote baldío y llevado a la morgue. Avisada Joan, luego de reconocer el cadáver con 44 impactos de bala, lo enterró en secreto y enseguida partió al exilio en Inglaterra con sus hijas de 13 y 8 años de edad. Desde allí denunció a la dictadura por sus delitos contra los Derechos Humanos, e intentó que la justicia chilena investigara la muerte de su esposo. En 1983 publicó Víctor, an unfinished song, bello libro que narra la vida del cantautor, su niñez dolorosa ante el abandono del padre, el fallecimiento de la madre durante su adolescencia, su estancia en el seminario; su compromiso con la música, el teatro, la poesía, lo social y lo político.
Madre e hijas regresaron a Santiago en 1985. Joan fundó el Centro de Danza Espiral. En 1993 creó la Fundación Víctor Jara para exaltar su memoria. Con sus hijas luchó hasta lograr que se reabriera el caso en 1999, tras la detención de Pinochet en Londres. En 2009 la Presidente de la República Michelle Bachelet le otorgó la “Nacionalidad Chilena por Gracia” por su trayectoria humana, cultural y por contribuir a la recuperación de la democracia en 1990. La mandataria despidió en ceremonia oficial a Víctor Jara, cuyos restos fueron exhumados por orden judicial.
En 2020 Joan lanzó la quinta edición de su libro Víctor, un canto inconcluso con más documentos, información histórica; mayor despliegue de sentimientos, alegrías, esperanzas, ilusiones. Previamente había circulado por el mundo en varios idiomas.
En 2013 la Justicia de Chile determinó que quien apretó el gatillo contra Víctor fue el teniente del Ejército Pedro Barrientos, nacionalizado estadounidense. Joan y sus hijas le presentaron en Estados Unidos una demanda civil en el Centro de Justicia y Responsabilidad de San Francisco. Luego de tres años un tribunal de Orlando le sentenció a pagarles USD 28 millones por daños y perjuicios. En 2023 la Corte Suprema de Chile condenó a 25 años de prisión a los ex militares: Hugo Sánchez, Edwin Dimter, Juan Jara, Raúl Jofré, Nelson Haase, Ernesto Bethke, Hernán Chacón, Patricio Vásquez. El Estadio Chile, donde se recluyó a más de 5.000 detenidos, hoy se llama Estadio Víctor Jara.
Joan Turner de Jara recibió varios reconocimientos durante su vida, entre ellos el de la Municipalidad de Santiago; la Universidad de Chile; Academia Chilena de Bellas Artes; Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda; Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile; Premio USACH por su defensa de los Derechos Humanos. Partió a reunirse con su amado Víctor el 12 de noviembre 2023.
Las hermanas Manuela Bunster y Amanda Jara han complementado la historia de amor de sus padres con sus recuerdos de infancia: embarcaron el avión hacia Inglaterra por la noche y con lo puesto, llevando fotos, recortes de diarios, cartas. Amanda cuenta que durante años estuvo resentida con su padre porque salió de la casa sin darle el adiós ni explicarle por qué no volvería. Dice que tal sentir desapareció en 1983 durante una protesta en Santiago, cuando desde la nube de gas lacrimógeno se gritó “¡Compañero Jara, presente!” y ella con lágrimas salidas del corazón contestó “¡Presente!” Sólo entonces aceptó que si su padre no hubiera salido aquel día nefasto “no habría sido Víctor Jara”. Las hermanas evocan Plegaria para un Labrador que su padre compuso para Dios como un precioso rezo con música, y del que cito este fragmento: Levántate y mírate las manos / Para crecer, estréchala a tu hermano / Juntos iremos unidos en la sangre / Hoy es el tiempo que puede ser mañana
Que el Día del Amor y la Amistad lo festejemos estrechándonos las manos…
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