CRÓNICAS. Gabriela Mistral
CRÓNICAS. Gabriela Mistral
Por: Lucía P. de García
Toronto.- Hace 80 años Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en la primera mujer iberoamericana y la segunda latinoamericana en recibir el máximo galardón mundial. El honor que brindó a América Latina justifica con creces que ella porte hoy la bandera del Día Internacional de la Mujer.
Gabriela nació el 7 de abril 1889 en Vicuña, Chile, como Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayala. De origen modesto, su familia estaba integrada por su padre, el profesor y poeta Juan Gerónimo Godoy Villanueva y su hijo Carlos Miguel Godoy Vallejos, y su madre, Petronila Alcayala Rojas y su hija Emelina Molina Alcayala.
Tenía 3 años de edad cuando el padre se marchó. Madre e hijas fueron a vivir en Montegrande, “amado pueblo” al que consideró su lugar natal. Su hermana Emelina fue su primera maestra. Gabriela contó que al revisar papeles encontró unas hermosas poesías que reflejaban la forma de ser de su padre. Conmovida, empezó a quererle y a evidenciar su herencia al escribir sus primeros versos.
Por falta de dinero no pudo estudiar para maestra. Pese a ello comenzó a trabajar en 1904 como profesora ayudante en una escuela de La Serena. El periodista y profesor Bernardo Ossandón le facilitó su biblioteca personal para que desarrolle su docencia y su poesía. Sin haber cursado el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, al convalidar sus conocimientos y experiencias obtuvo el título de Profesora del Estado.
En 1908 el diario El Coquimbo publicó su primera colaboración, el poema “Del Pasado” con el cual estrenó su seudónimo “Gabriela Mistral”. Colaboró con Rubén Darío en la revista “Elegancias”. En 1914 sus “Sonetos de la Muerte”, sentida despedida de una madre a su pequeño hijo, le merecieron el Premio Nacional de Poesía de Chile.
Ejerció como profesora en Traiguén, Antofagasta, Punta Arenas, Los Andes, Temuco y Santiago. Su relación con los mapuches le enseñó “cuánto saben amar su tierra”.
En 1922 viajó a México invitada por el Ministro de Educación José Vasconcelos, interesado en transformar la educación. En este país encontró un dinamismo contagiante. Creó bibliotecas, aplicó una pedagogía motivadora. Vasconcelos también le pidió trabajar en el ámbito femenino, ya que por entonces la mujer no tenía acceso al mismo conocimiento que se impartía a los hombres. “Ya es tiempo de iniciar entre nosotros la formación de una literatura femenina seria” dijo Gabriela, y comenzó a escribir el libro “Lecturas para Mujeres”, antología de 447 páginas que un año después publicó la Secretaría de Educación Mexicana con un tiraje de 20 mil ejemplares.
El texto, una exquisita unión de prosa y poesía de los mejores escritores latinoamericanos y europeos, se destinó a la educación de mujeres entre 15 y 30 años de edad. Las palabras exaltan lo sublime de la maternidad. El valor de la familia y el hogar con sus ámbitos materiales y espirituales. Destaca literatura, artes, vida, virtudes, voluntad, alegría, el recuerdo de los muertos, el festejo de la Navidad. A la Madre Tierra define “milagro sobre la cual caminamos”. Lamenta que nuestros pueblos no hagan conciencia del sueño de unión del Libertador Simón Bolívar, doctrina sobre la cual dice “yo la amo así, como anhelo de unos pocos y desdén u olvido de otros”.
México le auspició recorridos por Europa, Estados Unidos y América Latina, donde captó que lo latinoamericano es uno y nos hace un solo gran país. De allí nació su poema “Cordillera”, bella “columna vertebral que recorre el territorio que habitamos”.
De regreso a Chile en 1925 fue nombrada secretaria del Instituto de Cooperación intelectual de la Sociedad de las Naciones en Ginebra. Desde París envió un artículo sobre Los Derechos del Niño. Representó a Chile y Ecuador en el Congreso de la Federación Internacional Universitaria de Madrid. En Roma integró el Consejo Administrativo del Instituto Cinematográfico Educativo de la Liga de las Naciones. Dio clases en Colleges de Estados Unidos. Colaboró con las universidades de Puerto Rico, La Habana y Panamá. Varias universidades le confirieron el doctorado “honoris causa”.
En 1933 fue nombrada cónsul de Chile en Madrid. Luego, como embajadora, viajó por Portugal, Francia, Italia y países de nuestro continente. Puerto Rico le nombró “Hija Adoptiva”. En 1938 publicó “Tala”, poema dedicado a los niños españoles víctimas de la Guerra Civil. En 1945 recibió el Premio Nobel de Literatura. En 1950 la Academy of American Franciscan History de Washington le otorgó el premio Serra de las Américas. En 1951 Chile le entregó el Premio Nacional de Literatura. En 1953 fue nombrada cónsul en Nueva York y delegada a la Asamblea General de Naciones Unidas.
Gabriela Mistral publicó sendos artículos en los cuales promueve la enseñanza al aire libre; la involucración de los progenitores en la educación; acercarse a Dios con alegría y confianza, para lo cual incluso escribió sencillas oraciones para el alumnado.
Valoró y dio importancia al trabajo que desempeña la mujer en el hogar, esencial y básico en la sociedad pero desgraciadamente ni siquiera reconocido como una ocupación, peor como una actividad importantísima que merece ser remunerada.
No se casó ni tuvo hijos, más, desempeñó un papel maravilloso como madre espiritual de los niños del mundo, como educadora, como mujer que lucha por la igualdad en derechos, como ser humano lleno de compasión, generosidad, ternura, amor.
Gabriela Mistral falleció el 10 de enero de 1957 en el Hospital de Hempstead en Nueva York debido a un cáncer de páncreas. En su testamento dona los derechos de su obra que se publiquen en América del Sur a los niños de su amado pueblo Montegrande, donde fue sepultada. Su obra se difunde por el mundo traducida a más de 20 idiomas.
Para todas y con un gran abrazo ¡Feliz Día Internacional de la Mujer!
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