En las entrañas del Cártel de Sinaloa: “Estados Unidos sabe todo de Los Chapitos porque están infiltrados al 100%”
En las entrañas del Cártel de Sinaloa: “Estados Unidos sabe todo de Los Chapitos porque están infiltrados al 100%”

Imagen de la serie documental ‘Culiacanazo: Herederos del Narco’.
– La serie documental ‘Culiacanazo: Herederos del Narco’ relata los pormenores de la captura de Ovidio Guzmán, hijo menor del Chapo, el impacto del fentanilo y el engranaje de uno de los grupos criminales más poderosos del mundo
El 17 de octubre de 2019 hacía 33 grados de temperatura en Culiacán, Sinaloa. Las personas que viven ahí dicen que era “un día agradable”. Sin embargo, esa fecha sería recordada como el jueves negro. Desde las 12.00, un operativo fallido del Ejército mexicano dejó como saldo horas de terror e incertidumbre. Hubo ruido de armas de alto calibre por la ciudad, vehículos incendiados y sicarios disparando desde techos, en motocicletas y vehículos. La orden era llegar a la comunidad de Jesús María, un pueblo al norte de Culiacán, para capturar a uno de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán. Sin embargo, al llegar, se sorprendieron. No fueron por Iván Archivaldo o Jesús Alfredo, considerados operadores del más alto rango dentro del Cártel de Sinaloa. El objetivo: Ovidio Guzmán, conocido como El Ratón, el menor de los hermanos.
“Nos sorprendimos todos al ver la detención de Ovidio. ¿Por qué lo detuvieron a él?”, se cuestiona un testigo de aquel día. Esta es una de las preguntas que busca responder desde las entrañas del Cártel de Sinaloa la serie documental Culiacanazo: Herederos del Narco, disponible en la plataforma Max desde el 13 de marzo, que relata los pormenores de las dos capturas de Ovidio Guzmán (una fallida y una exitosa), la explosión del fentanilo y cómo opera la organización criminal tras la captura de El Chapo.
La serie, con dos capítulos ya disponibles y otro par faltante —el tercero y último se estrenan el 23 de marzo y 7 de abril, respectivamente—, busca abrir camino y poner los puntos sobre las íes sobre la maraña de desinformación y las consecuencias políticas que se desataron a raíz del Culiacanazo.
Asimismo, a través de una labor de investigación extensa —que se prolongó por dos años—, la producción recopiló material inédito a través de grabaciones de testigos, cámaras corporales de elementos del Ejército e incluso grabaciones de audio. Esto con el objetivo de elaborar y explorar las repercursiones de esta operación que desencadenaron en una ola de violencia en Culiacán, que expuso las vulnerabilidades en las instituciones del país; así como la compleja y dinámica relación entre México y Estados Unidos, el impacto del tráfico de fentanilo y las disputas internas por el control de uno de los grupos criminales más poderosos del mundo.
“El reto fue cómo poder integrar estas imágenes en el relato sin herir demasiado la sensibilidad del espectador; porque al mismo tiempo teníamos que mostrar la realidad tal como era. Fue una labor de pensar y repensar el montaje para mantener el ritmo sin caer en el sensacionalismo, pero al mismo tiempo contar la verdad”, explica la directora Fátima Lianes.

Fotograma de la serie documental ‘Culiacanazo: Herederos del Narco’.
De “hijo cariñoso” de El Chapo y con un bajo perfil a “Rey del fentanilo”
La serie pone uno de los focos sobre el enigma de Ovidio Guzmán. Considerado como un “hijo cariñoso” por su padre y quien, según cuentan en un fragmento del documental, “siempre intentó sacarlo del crimen”. A pesar de que creció, como explicaba el diario Reforma, en la colonia Jardines del Pedregal de Ciudad de México, un barrio de clase alta; y fue estudiante del CEYCA, un colegio privado católico de los más caros en Ciudad de México —de los Legionarios—, la familia pesó sobre El Ratón y se convirtió en un narco precoz, a sus 18 años.
Y no cualquier narco. Uno sobre el que la Administración de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) puso el ojo encima. A pesar de que el Ejército mexicano veía a Ovidio como el eslabón más débil de la organización criminal, “porque era el más chavo, el menos violento y el de perfil un poco más bajo”, afirma Luis Chaparro, periodista de investigación, en un segmento. No es un “psicópata” o “sociópata”. Adjetivos que suelen describir en la serie el temperamento de Iván Archivaldo, su hermano mayor y cabeza de Los Chapitos, una de las facciones que se disputa al Cártel de Sinaloa frente a los seguidores de El Mayo Zambada.
Incluso la misma organización criminal se sorprendió que fueran tras de Ovidio. La serie, a través de testimonios diversos, relata que la DEA vinculó a El Ratón con la fabricación de fentanilo aproximadamente en 2015. Un miembro anónimo del cártel, dentro de la organización desde hace 15 años, dice que esta droga, “100 veces más potente que la morfina y 50 veces más que la heroína”, llegó a Sinaloa en 2013.
Ovidio entra al negocio como inversionista, ya que “hay que poner lana para seguir comprando, moviendo y traficando”. “Ovidio Guzmán se convierte en en el encargado de la producción de esta droga sintética. Era el responsable de traer los precursores químicos, de fabricar y llevar el fentanilo a Estados Unidos”, cuenta Jesús Guzmán, periodista independiente y consultor de Culiacanazo: Herederos del Narco.
El mismo miembro anónimo del cártel detalla que por 400.000 dólares se pueden hacer, más o menos, 350 kilos de fentanilo. Cada kilo se puede vender en Nueva York o Los Ángeles por 35.000 dólares.
Por una brecha de seguridad dentro del Cártel de Sinaloa, la DEA logra conocer las intenciones no solamente de la operación del trasiego de fentanilo, sino su escala. Los clientes de Ovidio en California. La importancia de los puertos Lázaro Cárdenas, en Michoacán, y Manzanillo, en Colima. Así como las intenciones de Iván Archivaldo de montar un centro de mando en Ciudad de México. Detalles que también figuran en los expedientes de un tribunal en la ciudad de Chicago de la causa judicial contra El Ratón.
“Estados Unidos sabe todo de Los Chapitos porque los tiene infiltrados al 100%. Su facción es un queso perforado por todos lados”, relata el miembro del cártel. Es así que la DEA logra infiltrar a tres personas y grabar a Ovidio, relata en el documental Peniley Ramírez, reportera de investigación. Es por esta razón, acota, por la que se gana de parte de Washington el mote de “El Rey del fentanilo”.
Aunque los herederos de El Chapo hayan negado, a través de una carta, “jamás” haber producido, maquilado o comercializado fentanilo, Mike Vigil, jefe de operaciones internacionales de la DEA —entre 2000 y 2003—, piensa distinto: “Esa información ha vinculado a Los Chapitos y al Cártel de Sinaloa como los más grandes fabricantes de fentanilo en el mundo”.
“Se hizo una selección de muchísimas voces para que la gente haga su propia reflexión. Van incluidos, creemos, todos los personajes que eran necesarios desde expolíticos, mandos militares, ciudadanos, periodistas, analistas, o sea viene una serie de personas incluidas que abordan el tema desde su perspectiva y que también, obviamente, hacen una reflexión sobre lo que estuvo bien o lo que estuvo mal, qué falló, qué se pudo haber evitado y qué tenemos que hacer para que eso no ocurra de nuevo”, afirma Bustamante a través de una videollamada.
Los téntaculos que se desprenden de esta problemática son largos y las tijeras no son lo suficientemente grandes. La escalada de la violencia por el narcotráfico en México, que se reflejó en el Culiacanazo y en cada hecho de horror que surge día a día, es aún una deuda que amerita explicaciones del Gobierno de México para con su gente.
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