CRÓNICAS. Papa Francisco
CRÓNICAS. Papa Francisco
Por: Lucía P. de García.
Toronto.- El 13 de marzo 2013 Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa de la Iglesia Católica, tras la renuncia de Benedicto XVI; así se convirtió en el primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia. Tomó el nombre del santo Francisco de Asís, caracterizado por su humildad, amor al prójimo y a la Madre Naturaleza.
Francisco nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, como el mayor de cinco hijos del emigrante piamontés y empleado ferroviario Mario Bergoglio y Regina María Sívori, ama de casa. Se graduó de técnico químico. Trabajó en una floristería; como portero de discoteca; profesor. Jugaba fútbol; era hincha del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, del cual se hizo socio. Le gustaba bailar tango con sus amigos, pues el tango nació como baile entre hombres, y en especial con su novia Amalia Damonte. Vecinos desde niños, le propuso matrimonio mediante una carta donde había dibujado una casita con techo rojo “si no me caso con vos, me hago cura” le escribió. Francisco y ella debían encontrarse en la estación del tren para ir a un paseo, más, al pasar por delante de una iglesia sintió un gran deseo de entrar, lo que retrasó su llegada y perdió el tren. Entonces tuvo la certeza de que Dios le llamaba para servirle.
En 1958 entró al noviciado de la Compañía de Jesús. En Chile obtuvo una licenciatura en Filosofía y Humanidades; en Alemania un doctorado. Impartió literatura, psicología y teología. En 1969 se ordenó sacerdote. A más del español hablaba latín, piamontés, alemán, italiano; tenía buenos conocimientos de inglés, francés, portugués. Durante los durísimos tiempos de la dictadura militar, 1973-1979, ejerció como “provincial de la Compañía de Jesús”. En 1992 fue nombrado obispo de Auca. Fue prelado de Buenos Aires. Arzobispo en 1998, realizó una gran labor pastoral, de ayuda a las clases populares, de denuncia a las injusticias sociales y económicas. En 2001 Juan Pablo II le nombró cardenal. Como tal siguió con sus sencillas costumbres: cocinar para sí mismo, desplazarse en bus, alternar con los más pobres.
Elegido Pontífice, pidió a la emocionada multitud reunida en la Plaza de San Pedro de Ciudad El Vaticano “Recen por mí”, frase que la repetiría constantemente. El anillo papal llamado “Anillo de Pescador” que no escogió de oro sino de plata dorada, había pertenecido al arzobispo Pascuale Macchi, fallecido en 2006. No aceptó usar el coche oficial ni vivir en las lujosas habitaciones pontificias. Permaneció en la residencia de Santa Martha, hotel de 129 habitaciones donde se alojan cardenales y sacerdotes que están de paso en la ciudad. Allí vivía en un pequeño apartamento donde se preparaba sus alimentos o comía con el personal antes de que llegaran los huéspedes.
Como máxima autoridad católica creó una comisión para transparentar las finanzas y así lograr una “Iglesia pobre para los pobres”. Esto produjo resistencias en la derecha clerical y seglar, que creó dudas sobre su salud ya que a los 20 años de edad le habían extirpado parte de un pulmón, y difundió rumores de que durante la dictadura Francisco había entregado a dos de sus más cercanos colaboradores. Los sacerdotes habían sido raptados por la soldadesca. Francisco acudió ante Emilio Massera para pedir les liberara y también a una pareja de jóvenes esposos. El dictador lo hizo.
Dolido y avergonzado por el crimen de pederastia del clero, condenó a los abusadores y encubridores, y estableció reglas estrictas para evitarlo. Alentó a los sacerdotes a perdonar los pecados y no juzgar al pecador; a vivir con modestia y humildad. “Quiero que la Iglesia abra sus puertas a todos y salga bulliciosa a las calles” dijo, en tanto lavaba los pies a los humildes, a los enfermos; se sentaba con los pobres para comer; pedía acoger a los emigrantes, a los desplazados por las guerras; compadecerse de los presos. Exhortó dar la comunión a los divorciados deseosos de vivir en armonía con Dios.
Sin negar el criterio de la Iglesia sobre el aborto y el matrimonio igualitario, pidió compasión con quien aborta; comprensión con las personas LGTBIQ; con las parejas del mismo sexo. “Quién soy yo para juzgarlos?” preguntó, asombrando al mundo.
A los laicos invitó a acercarse más a la Iglesia. Criticó el consumismo, la “economía que mata”, la “globalización de la indiferencia”. Denunció el sufrimiento, la represión y la pobreza que desencadenan los regímenes totalitarios y los políticos “salvadores sin historia” que utilizan el miedo para dividir a la población y afectar la democracia. A la ultraderecha calificó de “amenaza para la paz y los valores humanos fundamentales”. Condenó el periodismo que pone a las mentiras como verdad, que se vende por dinero, fama y conveniencias, que asesina reputaciones, que divide y degrada a la sociedad. Durante sus viajes por avión siempre conversó amenamente con periodistas, incitándoles a promover la paz, la verdad, aquilatando su difícil oficio. Desde hace algunos años no veía televisión, nunca tuvo celular, decía que libre de esos objetos tenía más tiempo para disfrutar de los clásicos de la literatura y de analizar mejor los problemas del mundo, era de tendencia progresista.
Durante los 12 años de su papado hizo célebres a frases como “Jamás he sido de derechas. El verdadero poder es el servicio. Debe exigirse la distribución de la riqueza. El dinero enferma la mente y la fe y nos hace ir por el camino de la vanidad, el orgullo y la soberbia. El hipócrita no sabe lo que es la alegría, no sabe lo que es la amplitud, no sabe lo que es la magnanimidad. Quienes roban al Estado muestran una podredumbre barnizada. Un buen cristiano no se lamenta, está siempre alegre”.
De otras de sus frases se crearon 10 bellas canciones, en las que se destaca “Querida Amazonía”, alegre invitación a cuidar ese pulmón vital para la sobrevivencia humana.
Escribió 11 obras, entre ellas: Ponerse la patria al hombro. Mente abierta, corazón creyente. Son especiales su Encíclica Lumen fidei, La Luz de la Fe. Su Exhortación Apostólica Evangelli gaudium, La alegría del Evangelio. Su Carta Encíclica Laudato Sí, sobre el cambio climático y la Naturaleza, a la que calificó “magnífica creación de Dios”.
Entre sus bendiciones “Urbi et Orbi”, que se imparte sólo en Domingo de Pascua y en Navidad, se distingue aquella Extraordinaria de marzo 2020 durante la pandemia del Covid 19, cuando ante una Plaza de San Pedro totalmente vacía, en voz que retumbaba señaló: “Nadie se salva solo. La humanidad fue sorprendida por una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta que estábamos en la misma barca; todos frágiles y desorientados pero al mismo tiempo importantes y necesarios; todos llamados a remar juntos; todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca estamos todos”.
Y todos en la misma barca seguimos, necesitados de perdón, consuelo, solidaridad, paz.
Refiriéndose a la mujer, empezando por María Madre de Jesús, señaló: “La mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y los curas, esto es lo que debemos tratar de explicitar mejor a través de una profundización de la teología de la mujer”.
El Papa Francisco hizo 40 giras por el mundo, estuvo en más de 60 países. En América Latina visitó Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador, México, Paraguay, Perú. Pese a sus deseos no fue a Argentina, el momento adecuado no se dio. En cada viaje citaba el sufrimiento de las guerras, de las injusticias; motivaba a la juventud; retribuía con lo que la misma gente le brindaba: alegría, optimismo, amor.
Imposible olvidar su estadía en Israel el 26 de mayo de 2014, cuando oró ante el Muro de los Lamentos en Jerusalén y entre las grietas dejó un mensaje. Era el Padre Nuestro, oración con la cual Jesús enseñó a dirigirnos a Dios Padre, y que Francisco lo había escrito a mano en español “porque es la lengua en la que lo aprendí de mi madre”. En aquel lugar santo el Papa Francisco, el Rabino Abraham Skorka y el Líder Musulmán Omar Abbound, se dieron un abrazo fraternal mientras decían alborozados “Lo logramos”. El mundo se conmovió ante ese ejemplo de buena voluntad…
Inolvidable fue su primera visita oficial a América Latina del 5 al 12 de julio 2015. Inició por Ecuador. Le recibió el ex Presidente Rafael Correa y un pueblo alborozado, que desde todas partes se desplazó a Quito y Guayaquil para, en desborde de cariño, darle la bienvenida en calles y plazas. Luego fue a Bolivia y Paraguay, donde se le acogió con igual alborozo. En Paraguay pidió perdón al Continente por la crueldad de la Conquista indígena, y exaltó el derecho de los pueblos a “Tierra, Techo y Trabajo”.
Significativa fue su estadía en Canadá entre el 24 y 29 de julio 2022, cuando de las provincias de Alberta y Quebec avanzó al territorio de Nunavut. Sobre los abusos y excesos que entre 1831 y 1996 se dieron en las escuelas residenciales católicas contra niños y adolescentes de los pueblos originarios, dijo “Estoy dolido. Pido perdón por el modo en que muchos miembros de la Iglesia y de las comunidades religiosas cooperaron también, por medio de la indiferencia, en esos proyectos de destrucción cultural”. Le recibió el ex Primer Ministro Justin Trudeau, quien en 2015 había pedido perdón por los errores y las injusticias cometidos por los gobiernos durante aquellos años vergonzosos, y juntos acordaron contribuir a la causa de Reconciliación y Verdad.
En sus últimos días, el Papa Francisco hizo llamados desesperados para pacificar Gaza, Ucrania, Sudán, Congo, Myanmar y otros lugares. Convaleciente de una afección grave, el Domingo de Pascua bendijo al mundo. El lunes 21 de abril 2025 falleció a los 88 años. Según dispuso, su cuerpo fue depositado en un humilde ataúd de madera y velado en la Basílica de San Pedro, a la que acudieron miles de personas, jefes de Estado. El sábado 26 fue sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor. A más de su inmenso legado de humildad, espiritualidad, amor, deja a la humanidad su autobiografía “Esperanza”…
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