Canadá vuelve la mirada hacia Europa al conmemorarse el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial

Canadá vuelve la mirada hacia Europa al conmemorarse el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial

Veteranos canadienses de la Segunda Guerra Mundial y una delegación del Gobierno de Canadá asisten al 80.º aniversario de la liberación de los Países Bajos durante la Segunda Guerra Mundial en el Cementerio de Guerra Canadiense de Groesbeek, en Groesbeek, el 2 de mayo de 2025.                       Foto de JOHN THYS/AFP vía Getty Images.

• Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Canadá se separó de Gran Bretaña y se integró firmemente al pacto político y económico norteamericano que generó prosperidad para gran parte del mundo occidental durante décadas. Ahora, ante las agresiones de Trump, las cosas están cambiando

Pero al conmemorarse el 80 aniversario del fin de la guerra en Europa, un clima geopolítico cada vez más inestable —y una errática administración en Washington empeñada en librar una absurda guerra comercial con gran parte del mundo— hace que Canadá vuelva la mirada al continente como una forma de preservar la paz y la prosperidad.

“Sin duda, debemos ser mucho más conscientes de la posibilidad de un conflicto a mayor escala que el que hemos visto en muchos, muchos años”, declaró David O’Keefe, profesor de historia del Marianopolis College, cerca de Montreal, quien estudia la Segunda Guerra Mundial.

En una decisión poco común para un primer ministro entrante, Mark Carney visitó Europa en lugar de Washington en su primer viaje al extranjero como jefe del gobierno federal. También se ha comprometido a que Canadá participe en los esfuerzos de la Unión Europea para rearmar el continente mediante negociaciones en curso sobre adquisiciones militares conjuntas.

El giro hacia Europa se produce décadas después de que Canadá pasara de ser un país atrasado a consolidarse como una potencia intermedia clave durante la Segunda Guerra Mundial.

O’Keefe afirmó que el legado bélico de Canadá aún se recuerda en lugares como los Países Bajos, donde los canadienses desempeñaron un papel fundamental en la liberación del país de la tiranía nazi y en la alimentación de quienes habían recurrido al consumo de bulbos de tulipán debido a la escasez de alimentos.

Miembros de la familia real holandesa se refugiaron en Ottawa. La princesa Margarita nació allí en 1943, lo que impulsó a los Países Bajos a enviar un regalo anual de tulipanes a la capital.

La guerra, según O’Keefe, “señaló el giro fuera de la órbita del Imperio Británico hacia una visión más norteamericana, y fue entonces cuando comenzamos a cooperar intensamente con Estados Unidos”.

Tras el fin de la guerra, Estados Unidos respaldó gran parte de la defensa nacional de Canadá y brindó amplias oportunidades económicas. Ottawa buscó reforzar el orden global de la posguerra apoyando a instituciones internacionales como las Naciones Unidas, la alianza militar de la OTAN y el Fondo Monetario Internacional.

Esos esfuerzos contribuyeron a convertir a América del Norte en “el continente más políticamente estable y económicamente próspero que el mundo haya conocido”, afirmó Christian Leuprecht, profesor de ciencias políticas en la Queen’s University y el Royal Military College.

“Pero hemos perdido por completo la noción de cómo llegamos aquí: que no fue accidental, sino una estrategia deliberada que perseguimos”.

El papel de Ottawa en iniciativas internacionales como el mantenimiento de la paz y la prevención de conflictos disminuyó con el paso de las décadas, a medida que los gobiernos estadounidenses implementaban gradualmente políticas proteccionistas que debilitaban la ventaja económica de Canadá.

Eso fue antes de que el presidente estadounidense Donald Trump regresara a la Casa Blanca y comenzara a amenazar tanto la soberanía de Canadá como su bienestar económico, e insinuara que Washington no protegería a los aliados de la OTAN en un conflicto directo.

De repente, el mundo se enfrenta a “realineamientos tectónicos”, afirmó O’Keefe.

La invasión rusa de Ucrania y otros conflictos no relacionados en Oriente Medio y África han socavado las instituciones establecidas durante las últimas ocho décadas para prevenir guerras globales.

“Parece que esto se está desarrollando como un mundo tripolar con un sistema autoritario en China y lo mismo en Rusia”, declaró O’Keefe. “Y parece que eso es lo que la administración Trump está empeñada en Estados Unidos.

“Podrían surgir muchas cosas inesperadas cuando se da algo tan fundamental como lo que está sucediendo ahora mismo”.

O’Keefe afirmó ver paralelismos alarmantes entre la difícil situación actual de Canadá —compartir continente con una superpotencia dirigida por un líder impredecible con ideas expansionistas— y la de otro país años antes del estallido de la última guerra mundial.

En 1938, explicó, los austriacos aún lidiaban con una economía inestable y las secuelas de la derrota en la Primera Guerra Mundial, cuando su país fue anexado por la Alemania nazi.

“No caminamos al unísono, como a finales de la década de 1930, pero sin duda las tendencias están ahí”, afirmó.

O’Keefe añadió que, si bien el objetivo de Trump de convertir a Canadá en un estado de EE. UU. parece improbable —y sería rechazado por la mayoría de los oficiales militares y líderes electos estadounidenses—, sigue siendo motivo de preocupación.

“No se puede descartar la posibilidad de que alguien en la Casa Blanca haga algo verdaderamente estúpido y catastrófico”, afirmó.

O’Keefe argumentó que Canadá debe proyectar suficiente fuerza para disuadir al ejército estadounidense. o medidas económicas, pero no tanto como para que Washington concluya que su vecino del norte representa una amenaza.

“No luchamos desde una posición de fuerza, así que tenemos que ser extremadamente hábiles e inteligentes”, dijo.

Leuprecht afirmó que si Canadá quiere hacer nuevos amigos en el mundo, necesita ser útil, cumpliendo sus compromisos de gasto en defensa y exportando energía a países deseosos de comprarla. Añadió que los aliados han guardado silencio en gran medida sobre las amenazas que enfrenta Canadá.

Señaló que el primer ministro británico, Keir Starmer, decidió no contradecir las declaraciones de Trump sobre la anexión de Canadá cuando se le preguntó al respecto durante una visita a la Casa Blanca en febrero.

“Canadá ha utilizado durante décadas a Europa… para compensar parte del desequilibrio de poder que tenemos con Estados Unidos”, declaró Leuprecht.

Carney está probando ese enfoque buscando acuerdos con la Unión Europea para la adquisición conjunta de equipo militar, lo que impulsaría el sector de defensa de ambos socios. También se compromete a no recortar la ayuda exterior.

Leuprecht afirmó que, si bien Canadá podría necesitar ahora gastar mucho más en defensa y en el apoyo a las instituciones globales, eso sería más económico que librar guerras reales.