CRÓNICAS: Significativa Visita de Carlos III
CRÓNICAS: Significativa Visita de Carlos III
Por: Lucía P. de García.-
Toronto.- Canadá y Estados Unidos fueron colonias de Gran Bretaña. El vecino del sur se independizó con guerras que culminaron el 4 de Julio de 1776. Nuestro país lo hizo pacíficamente el 1 de Julio de 1867.
En el caso de Canadá, continuó integrando la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth) junto a los otros 15 países, incluido Reino Unido. Esto implica compartir el mismo Jefe de Estado, aunque en forma simbólica: el rey Carlos III.
Durante los años, Canadá también ha conservado estrechos nexos con la corona, no sólo por sentido afectivo sino para impedir que Estados Unidos atraviese las fronteras y se adentre en territorio canadiense. Al parecer, la antigua ambición sigue latente. Varias veces lo ha expresado Donald Trump al referirse a nuestro país como el Estado 51, y al presionar esa anexión con aranceles.
En tanto crecían las tensiones, el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, en nombre del Rey Carlos III invitó a Donald Trump a que visite Estados Unidos. Esto disgustó a Canadá, ya que previamente, el Primer Ministro Mark Carney, tras investirse como tal, había invitado a Carlos III a visitar nuestro país.
En ese marco tumultuoso se concretó la visita, que a iniciativa del Primer Ministro incluyó su pedido al rey que pronuncie el “discurso del trono” antes de que la Cámara de los Comunes o el Senado inicien sus actividades legislativas, conforme la tradición británica que rige el sistema parlamentario adoptado por Canadá. Esta deferencia se hizo con la reina Isabel II por dos ocasiones, en 1957 y 1977.
El lunes 26 de mayo, Carlos III y su esposa Camila llegaron al aeropuerto Internacional de Ottawa. Era la primera visita oficial de Carlos como monarca reinante. Tenía previsto hacerlo el año pasado, pero su diagnóstico de cáncer lo retrasó.
Les dieron la bienvenida el Primer Ministro Mark Carney y su esposa Diana Fox; la Gobernadora General y representante de la corona británica en Canadá, Mary Simon, integrante de los pueblos originarios; la jefa nacional de la Asamblea de las Primeras Naciones, Cindy Woodhouse Nepinak; el presidente de la organización Inuit, Tapirit Kanatami; la presidenta del Consejo Nacional Métis, Victoria Pruden. También se presentó el Regimiento Real Canadiense de Dragones, del cual Carlos III es coronel en jefe, y la banda de las Fuerzas Armadas Canadienses.
Luego se dirigieron al Parque Lansdowne en Ottawa, para reunirse con artesanos locales, y en evento comunitario admirar la actuación de músicos y bailarines. Después, Carlos lanzó el tejo ceremonial en un juego de hockey callejero. En Rideau Hall, los dos participaron en una ceremonia para plantar árboles en la residencia oficial de la Gobernadora General. Tras una recepción para los vicegobernadores de las 10 provincias y los comisionados de los tres Territorios del Norte, Camila juramentó como miembro vitalicio del Consejo Privado del Rey para Canadá.
Al siguiente día, la pareja real se presentó ante el Senado ocupando cada uno su respectivo trono, y, como estaba previsto, Carlos III, que lucía colgada al cuello una medalla de la Orden de Canadá, pronunció el discurso del trono con el cual el Parlamento inauguró la sesión 45, en la que el gobierno liberal expuso sus planes, financiamiento y cómo realizarlos. El documento fue redactado por el gobierno canadiense, porque el rey debía actuar como jefe de Estado no partidista.
Por sobre estos detalles, Carlos realzó el discurso con su propio aporte: evocando a su madre, recordó lo que ella dijo en 1957 “en el contexto de los asuntos internacionales, ninguna nación podría vivir por sí sola”. De sus propias líneas leyó “Es motivo de gran orgullo que, en las décadas siguientes, Canadá haya seguido dando buen ejemplo al mundo con su conducta y valores, como una fuerza para el bien… Como nos recuerda su himno “!El verdadero Norte es verdaderamente fuerte y libre!”. Continuó afirmando que en las últimas semanas ha observado una renovación del “orgullo nacional, la unidad y la esperanza” por lo que admira la identidad única de Canadá, conocida en el mundo por su valentía, sacrificio, diversidad y bondad. “Cada vez que vengo a Canadá, un poco más de Canadá se filtra en mi sangre, y de ahí directo a mi corazón”.
Las palabras del monarca definen muy bien a nuestro país. De allí que su visita estimuló afectos, y eso es muy importante para la corona. Además se volvió aún más significativa ya que fue un espaldarazo frente a los irrespetos de Trump. Por otro lado, amplía los lazos de cercanía con Europa, posibilitando sortear las dificultades que crea esta tensión con nuestro vecino de sur, otrora relación fraterna, respetuosa y cordial.
Al terminar la ceremonia, la pareja se dirigió al Monumento Nacional de Guerra de Canadá, acompañados en el trayecto por los aplausos de la gente. Ya en el lugar, en reconocimiento al sacrificio de quienes ofrendaron sus vidas en las dos guerras mundiales, con corneta y gaita se interpretó “El Último Mensaje”, en tanto el rey depositaba en la Tumba del Soldado Desconocido una corona de flores que tenía la inscripción “En memoria eterna, Carlos”.
Carlos y Camila regresaron a Gran Bretaña con la satisfacción de comprobar que Canadá mantiene firme su soberanía, cimentada en su vocación de paz, su particular identidad, su cultura, su historia, sus costumbres, sus tradiciones, su multiculturalismo. Herencia maravillosa de los pueblos originarios, de británicos, de franceses y de inmigrantes procedentes de varios lugares del planeta.
Comments (0)