Trump, un ‘bully’ en la Casa Blanca especialista en atacar y ridiculizar
Trump, un ‘bully’ en la Casa Blanca especialista en atacar y ridiculizar
– El republicano se ha valido siempre de una misma táctica: atacar y ridiculizar. Actúa como el chico al que no le importa que le acepten o no porque sabe que puede conseguir lo que quiere generando miedo y con insultos
Desde que Donald Trump entró a la arena política, los estudios de opinión coinciden uno tras otro sobre un mismo punto: su principal atributo es el de proyectar una imagen de hombre fuerte capaz de imponer su agenda. El año pasado no fue la excepción. Cuando Gallup preguntó por la fortaleza de los candidatos, el 65% de los independientes consideraba que el republicano lo era, mientras que solo un 42% opinaba lo mismo de su rival, Kamala Harris.
Según la visión de los electores, Trump tenía menos moral, era menos digno de confianza e incluso menos agradable que su rival. Pero tenía agallas, fuerza para llevar adelante sus propuestas. Y, para muchos, eso bastaba para votarle. Más aún cuando el deseo de una parte importante de los electores era reventar el sistema.
Para mantener esa imagen de hombre fuerte, el republicano se ha valido desde el inicio de una misma táctica: atacar y ridiculizar. Trump actúa como el bully en el patio del colegio, el chico al que no le importa que le acepten o no porque sabe que puede conseguir lo que quiere generando miedo y con insultos, doblegando a los más débiles.
En la última campaña llegó a decir que los inmigrantes ilegales eran “animales“. A sus adversarios también les ha puesto innumerables sobrenombres despectivos. Incluso hay una entrada de Wikipedia que enumera los motes que va poniendo. Ya son más de 100.
Con esas caracterizaciones busca polarizar, pero también en muchos casos su objetivo es despojar a los otros de humanidad para plantear una diferenciación más simple y visceral del nosotros contra ellos, como sugiere la filósofa Martha Nussbaum en La monarquía del miedo.
Además, sus formas violentas le confirman como un antisistema, como el hombre que ha venido a cargarse el orden establecido, una característica fundamental de su relato. Por eso nunca se amilana, nunca da pasos hacia atrás en su objetivo de pasar por encima de sus opositores y algunos grupos sociales, tanto en el plano político como el personal.
A continuación, se presentan datos y ejemplos de seis aspectos vinculados al bullying político de Trump:
Lluvia de amenazas e insultos
Trump considera que las amenazas y el trato despectivo e intimidante son una herramienta de negociación. Tanto en política interna como externa. La mayor prueba de ello han sido los aranceles, que ha usado para conseguir de México y Canadá medidas específicas de seguridad fronteriza. Pero su repertorio de amenazas ha ido mucho más allá: continuamente habla de expandir el territorio de Estados Unidos, denigrando a Canadá, Dinamarca o Panamá, y carga también de manera regular contra los inmigrantes irregulares y contra los jueces. En algunas ocasiones, lo hace usando directamente insultos.
Cargar contra rivales políticos
Una de las formas favoritas de Trump para mostrar su poder es ridiculizar a sus rivales políticos. Como los demócratas todavía no tienen un líder nacional indiscutible, el presidente sigue apuntando contra Joe Biden, quien salió de la Casa Blanca con números bajos de aceptación. Según un estudio de NBC, en sus primeros 100 días habló de él, de su familia o de su presidencia, 580 veces en redes sociales y declaraciones públicas, un promedio de 6 veces por día.
También ha tenido tiempo para atacar a otros personajes. La mayor parte de las veces lo hace sin referirse directamente al nombre o cargo de su objetivo. El hecho de burlarse le permite posicionarse por encima y acentuar la idea de que es el más poderoso de la partida.
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