CRÓNICAS: Noboa, entre el Paro y las Preguntas

CRÓNICAS: Noboa, entre el Paro y las Preguntas

Por: Lucía P. de García

Toronto.- Durante su campaña electoral 2025, Daniel Noboa ofreció maravillas, entre éstas, no incrementar el precio del gas doméstico ni de los combustibles. Como siempre,  incumplió. En septiembre, la eliminación del subsidio al diésel y la subida del precio del galón de USD 1,80 a 2,80 hizo que la vida se encareciera, desatando la protesta pacífica del pueblo. Al subir la tensión envió a su vicepresidenta a la Provincia de Imbabura; él fue a la Provincia de Cotopaxi, desde donde incrementó su cruel represión.  

La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) convocó a un Paro Nacional indefinido. El gobierno respondió congelando cuentas bancarias de la entidad y de sus dirigentes, a quienes inició investigaciones por presunto enriquecimiento ilícito. A quienes protestaban calificó de “terroristas”, así inició una GUERRA entre ecuatorianos, unos se defienden con piedras y palos, otros atacan con armas de fuego, gas pimienta, bombas lacrimógenas y de estruendo, toletes, tanquetas, carros blindados, motos.  

En Imbabura, en pleno día cámaras captaron la muerte del comunero Efraín Fuerez, por un balazo en la espalda. A la noche, Noboa, acompañado del embajador de Italia, un representante de la Unión Europea y un prelado católico, en “convoy humanitario” ingresó a una de las comunidades, aterrorizando a los habitantes. El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas se negó a aplicar actos contrarios a los derechos humanos y puso su renuncia. En Italia, un miembro del Parlamento lamentó lo ocurrido y pidió un Informe sobre los fondos económicos entregados a Ecuador como cooperación.

En la misma provincia se encontraba el periodista internacional español–chileno Bernat Lautaro, quien reportó el corte de luz y de internet en varios lugares y envió un video de alerta para esa noche y las siguientes “Alta probabilidad de masacre en Otavalo, Cotacachi, Huaycopungo y Cayambe”. Fue deportado por ser “un peligro para Ecuador”.

En Quito se organizó otro “convoy humanitario” hacia Imbabura con 1.000 policías y militares. La Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (Cedhu) denunció que en verdad se trató de un ataque a los habitantes de varias comunas situadas en la ruta hacia la ciudad de Ibarra, a cuyas propiedades privadas se ingresó vulnerando derechos humanos y la autonomía de territorios. Quienes habían estado marchando pacíficamente por las calles de la urbe, también sufrieron similar castigo. 

El ataque incluyó Otavalo, donde bombas lacrimógenas caducadas se lanzaron desde helicópteros. La neblina tóxica cubrió barrios residenciales impidiendo ver y respirar. Al recurrir a la vicepresidenta María José Pinto para, como otavaleña de nacimiento ordenara cesar la represión, en rueda de prensa ella dijo que los 37 camiones con ayuda a distribuirse fueron recibidos con palos, piedras y bombas molotov. El ministro del Interior que le acompañaba, John Reimberg, señaló que en el trayecto se retiraron los obstáculos de las vías, y en ciertos tramos tuvieron que recurrir al uso de la fuerza.  

Siempre negándose a dialogar, Noboa dijo sobre los indígenas “si ellos quieren decir que nos expulsan de sus territorios, nosotros les expulsamos de todo el país entonces”.  

Convertidas Imbabura y Cotopaxi en el centro de rebeldía, ésta se multiplicó en el país. No se protestaba sólo por el precio del diésel y el encarecimiento de la vida, también porque antes ya se había subido el IVA del 12% al 15% para combatir la inseguridad, pero persistía junto a falta de trabajo, desatención a salud, educación, vivienda y más.  

En octubre, en la ciudad de Guaranda se denunció racismo y xenofobia ante la agresión a mujeres y detención de adolescentes. En la ciudad de Cañar, una caravana con Noboa y comitiva se dirigió hacia un evento. Cuando los carros blindados pasaron la gente les lanzó piedras al grito “¡fuera Noboa, fuera!”. Enseguida, la ministra Inés Manzano difundió la noticia de que hubo un intento de asesinato. En esos momentos, periodistas que esperaban a Noboa con cámaras en transmisión directa, mostraron que llegó en helicóptero al evento. El alcalde dijo que había advertido a seguridad presidencial del riesgo que las comunidades se tomaran las vías donde la caravana pasaría. El Informe policial indicó que no hubo balacera, los vehículos mostraron huellas de piedrazos. Cinco ciudadanos que fueron acusados del posible “magnicidio” fueron encarcelados, una jueza ordenó liberarlos al no encontrar culpa. 

El 12 de octubre, en Quito se dio una manifestación por el Día de la Interculturalidad y Plurinacionalidad. Fue masiva, alegre, llena de música. Al dirigirse al parque El Ejido, se encontró con la fuerza pública que disparó bombas lacrimógenas y de estruendo, provocando que ciudadanos y periodistas huyeran. La FLACSO y la Universidad Central sufrieron bombardeo lacrimógeno. Un barrio del norte, San Miguel de la Comuna, habitada por agricultores de la cultura Quitu Cara, padeció 9 horas de terror al ingresar una tanqueta, volar helicópteros, usar drones, bombas aturdidoras, bombas lacrimógenas, perdigones, policías y militares que dispararon desde las calles. Anoche, domingo 19 sucedió lo mismo. ¿Más racismo contra humildes “terroristas”?

Tratando de minimizar los hechos del 12 de octubre, Reinberg dijo que se trató de unos 80 revoltosos. Al parecer fueron más, ya que en la ciudad desplegó 7.000 policías y militares, indicó que traería otros 5.000 y hasta convocó a inscribirse a los reservistas. Si se creyó que el largo feriado anularía las protestas, éstas se extendieron por el país. 

El 15 se conoció que habían fallecido dos personas, Rosa Elena Paquí, de 65 años, por inhalar gases que le provocaron un paro cardíaco. José Alberto Guamán, agricultor de 30 años, por un proyectil que le atravesó el pecho en Otavalo. 

El mismo día, algunos dirigentes indígenas de Imbabura conversaron por más de cinco horas con representantes del gobierno. El ministro John Reinberg anunció “Fin del Paro” tras varios acuerdos. No obstante, los dirigentes indicaron que se acordaron mesas de negociación a comenzar el lunes 20. Las bases indígenas, que son las que deciden en comunidad, confirmaron que “el Paro sigue”. La Conaie también lo ratificó. 

La Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (Inreth) citó varias circunstancias que se han dado durante el Paro y que constituyen graves atentados a los derechos humanos: cortar el “guango” a dos jóvenes otavaleños, privándoles de la larga trenza que les cuelga en la espalda y caracteriza su identidad. Acatar órdenes de la fuerza pública y prohibir a los médicos atender a los heridos. Dejar que convoyes militares ingresen a los hospitales y centros de salud para llevarse detenidos a los heridos. Denunciar ante la Policía a quienes llegan en búsqueda de atención.

El presidente de la Federación Médica del Ecuador, Santiago Carrasco, dijo “sentimos la angustia y el dolor de la gente y eso también nos enferma”. El sistema de salud es un desastre absoluto y no se ha permitido declararlo en emergencia. Pudo mejorarse, pero se gasta en bombas lacrimógenas. Se ha perdido el don de misericordia. 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) señalaron el uso excesivo de la fuerza y agresiones de policías y militares contra manifestantes y periodistas. Al inicio del Paro, el gobierno cerró el medio comunitario de TV MICC que funcionaba en la Provincia de Cotopaxi. El viernes 17, suspendió Radio IIumán 106.7 FM, medio comunitario del pueblo Kichwa que funcionaba en Imbabura. Le  recordó al gobierno que la protesta social está amparada por los derechos a la libertad de expresión y de prensa, y que el Estado tiene la obligación de garantizarlos. Igual expresó Periodistas Sin Fronteras. 

La excanciller Nina Pacari, indígena, calificó al gobierno de Noboa como “una dictadura plena”. No respeta la Constitución, los procedimientos democráticos, no dialoga. Su represión configura un “posible etnocidio”, crimen de lesa humanidad que nunca prescribe. Sobre la Consulta Popular programada para el 16 de noviembre, pidió un voto negativo para evitar que se modifique la Constitución de acuerdo al verdadero objetivo de Noboa: eliminar cualquier obstáculo para “su” proyecto económico.  

Pacha Terán, dirigente indígena y ex candidata a la vicepresidencia, destacó el papel de la mujer durante el Paro, preparar alimentos, curar heridos, mantener la moral alta de los manifestantes. Dio a conocer que se ha presentado una solicitud de Acción Urgente ante el Comité contra las Desapariciones Forzadas de la ONU. También recalcó que las comunidades indígenas votarán “No” en la consulta popular. 

El cardenal Luis Gerardo Cabrera, presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y arzobispo de Guayaquil, dijo en Radio Morena “Me llama la atención cuando en campañas de muchos gobiernos siempre hablan del cambio ¿el cambio de qué?” La crisis no se reduce al precio del diésel sino a problemas que afectan la vida cotidiana de millones de ecuatorianos. Pidió mirar más allá y buscar soluciones de fondo. 

En medio del Paro, el pueblo pregunta ¿Por qué Noboa no ataca la delincuencia como lo hace con quienes piensan diferente tildándoles de terroristas? ¿Por qué no se militarizan fronteras para evitar que la droga ingrese y transite hasta puertos que tampoco están militarizados y donde se exporta banano? ¿Por qué no se corta la luz y el internet en las cárceles donde los cabecillas provocan matanzas y manejan la delincuencia desde adentro? ¿Por qué se alardea de valentía al enfrentar a gente sufrida y no se envía los miles de policías y militares con sus tanquetas y camiones a rescatar las ciudades tomadas por la delincuencia y el narcotráfico? ¿Será posible que Noboa baje de su pedestal de soberbia y comprenda las razones del Paro Nacional?