CRÓNICAS: Malentendido que Cambió la Historia

CRÓNICAS: Malentendido que Cambió la Historia

Por: Lucía P. de García

Toronto.- Terminada la Segunda Guerra Mundial en mayo de 1945, tropas soviéticas invadieron Berlín y Alemania firmó el Acta de Rendición incondicional, mientras crecía su descrédito internacional al conocerse la magnitud de los crímenes de Hitler contra el pueblo judío y su territorio se dividía en cuatro zonas controladas por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, y la Unión Soviética. 

En las zonas tuteladas por los tres primeros países nació la República Federal Alemana (Alemania Occidental) con garantías, democracia parlamentaria y una Constitución. En el territorio a cargo de la Unión Soviética se fundó la República Democrática Alemana (Alemania Oriental) bajo un régimen de control extremo.

Berlín también fue dividida, convirtiéndose en el centro de un constante éxodo poblacional de oriente a occidente y un cambio ilegal de moneda en sentido contrario, por lo que las autoridades de Alemania Oriental decidieron construir una muralla fronteriza, el famoso “Muro de Berlín”. 

Esta barrera de concreto que empezó a edificarse en agosto de 1961, se cimentó sobre una longitud de 166 kilómetros y un alto de cuarto metros, atravesó 192 calles y selló ventanas y puertas de numerosas viviendas. En algunos sectores se elevó una segunda pared con corredores intermedios por donde patrullaban militares acompañados de perros. En otros lugares se reforzó la muralla con alambre de púas y una fosa para impedir el paso de vehículos. 

Bunkers y oficinas de vigilancia se ubicaron dentro de esos límites para el control de los 17 millones de habitantes de Alemania Oriental, lo que profundizó el anhelo de libertad y de unión con los seres queridos que habían quedado separados. Unos se ingeniaron para cruzar con éxito hacia el occidente burlando los controles; otros fueron acribillados al tratar de sobrepasar la barrera; muchos que quedaron atrapados entre los alambres de púas fueron ultimados por los guardias. Se calcula que más de mil personas murieron en el intento.

En 1989, miles de alemanes del este que durante el verano habían viajado a Polonia, Hungría y Checoslovaquia, se asilaron en las embajadas de la República Federal Alemana ubicadas en esos países, demandado su salida hacia aquel suelo. En otoño, el gobierno de Erich Honecker aceptó el pedido de 4.000 refugiados en la embajada checa. Al reemplazarlo Egon Krenz, a él le tocó afrontar las presiones de las personas que a diario pedían facilidades para ir a la Alemania Federal. 

El 9 de noviembre, Guenter Schabowski, miembro del Politburó, en una rueda de prensa convocada para indicar las reformas que se discutirían durante la próxima reunión del Partido Comunista Central, leyó en voz alta una nota que minutos antes le pasara Egon Krenz “como una medida transitoria, los viajes al exterior serán posibles”.

Inmediatamente los periodistas le preguntaron al respecto, recibiendo como respuesta que los alemanes del este podían cruzar sin problema los controles de frontera, incluidos los puestos del Muro de Berlín.

Los guardias dejaron que la gente saliera sin restricciones. La avalancha humana fue tal, que las autoridades del este decidieron no intervenir. Alemanes de los dos lados iban y venían sorprendidos de verse otra vez unidos tras 28 años de separación. El júbilo fue espontáneo, las familias se abrazaron y lloraron de alegría, igual los amigos que se reencontraron y todos los que recordaron a quienes trataron de desafiar la inmensa fortaleza de concreto en búsqueda de libertad y en pos de sus sueños. 

La rectificación llegó muy tarde. Las cortes de Alemania Oriental responsabilizaron de las muertes de quienes trataban de escapar a Guenter Schabowski y los otros miembros del Politburó, quienes recibieron una condena de tres años. Egon Krenz fue sentenciado a seis años y medio de prisión.

La caída del Muro de Berlín permitió que Alemania volviera a ser una sola. El 3 de octubre de 1990 lo consiguió en forma oficial, tras la firma del Tratado de Unificación. En enero de 1991 Helmut Kohl fue nombrado Canciller de la Alemania reunificada. 

Años después, en 1999, fueron invitados a Alemania varios personajes internacionales, entre ellos el ex presidente de Estados Unidos George Bush, el ex canciller de Alemania Helmut Kohl, el ex líder de la Unión Soviética Mikhail Gorvachev. Al recordar las tensiones que implicó el derrocamiento del Muro de Berlín, George Bush contó que temía una posible orden de Moscú de movilizar las tropas del Pacto de Varsovia para sofocar a los alemanes. Helmut Kohl dijo que había estado en constante comunicación con Bush y que ambos compartían los mismos recelos. Mikhail Gorvachev aseveró que prefirió dejar que la historia siguiera su curso, consciente del deseo de reunificación del pueblo alemán.

En tiempos recientes, exactamente 2009, en Leipzig se instaló la “Campana de la Libertad” que repica cada lunes en recuerdo de lo sucedido aquella crucial noche del 9 de noviembre de 1989, cuando un malentendido cambió la historia…