Desde el 2015, los cambios en el sistema de refugiados afectan a los recién llegados

Desde el 2015, los cambios en el sistema de refugiados afectan a los recién llegados

• Diez años después de que Ottawa hiciera un gran esfuerzo por reasentar a los sirios desplazados, el apoyo a los refugiados ha cambiado.

Hace diez años, Canadá respondió a la crisis humanitaria que se desataba en Siria con un programa sin precedentes que reasentó rápidamente a 25.000 refugiados sirios en aproximadamente 100 días.

Para alcanzar ese objetivo, el gobierno federal aceleró cada etapa del proceso: desde la identificación de los refugiados, la tramitación de visas, la coordinación del transporte y el apoyo a su llegada e integración en todo el país.

“Fue surrealista vivirlo”, dijo Chris Friesen, director ejecutivo de la Sociedad de Servicios para Inmigrantes de British Columbia, que lideró el asentamiento de familias en esa provincia.

Friesen recuerda haber dado una conferencia de prensa pidiendo ayuda al público: opciones de vivienda, oportunidades de empleo y voluntarios que pudieran dar la bienvenida a las familias que estaban a punto de llegar.

“Las respuestas colapsaron nuestros sistemas; fue simplemente increíble”, declaró Friesen al programa The Sunday Magazine.

Sin embargo, una década después de que Canadá acelerara el traslado de los sirios a un lugar seguro, los trabajadores de asentamientos y los defensores de los derechos de los refugiados afirman que el sistema al que se enfrentan los refugiados actuales es mucho más lento y limitado.

“Es como la noche y el día”, dijo Friesen. “Estamos en un clima muy, muy diferente ahora mismo”.

Christina Clark-Kazak, profesora de asuntos públicos e internacionales en la Universidad de Ottawa, coincide y afirma que Canadá “está en un momento muy diferente ahora”.

Tras unas elecciones que devolvieron a los liberales al poder con solo una frágil minoría, Clark-Kazak afirma que el gobierno es plenamente consciente de que debe responder a las presiones internas, en particular de los votantes de tendencia conservadora, que son mucho menos partidarios de aceptar refugiados.

Afirma que, a medida que los canadienses se enfrentan al aumento del coste de la vida, las dificultades constantes para encontrar vivienda asequible y la creciente presión sobre los servicios públicos, los refugiados y los recién llegados han sido, con demasiada frecuencia, considerados chivos expiatorios de problemas sistémicos más profundos.

“A menudo nos centramos en la demanda… y no prestamos suficiente atención a la oferta”, afirmó Clark-Kazak. “Quienes vienen a este país también reciben formación como médicos, ingenieros y obreros de la construcción que podrían construir viviendas”.

El proceso actual no es fácil.
Los datos de la Junta de Inmigración y Refugiados de Canadá muestran que a finales de 2015 había 9.999 solicitudes de refugio pendientes. Sin embargo, al 30 de septiembre de 2025, esa cifra ascendía a 295.819.

Amal Kago llegó a Canadá desde Sudán como refugiada asistida por el gobierno en 2003, una de los millones de personas desplazadas por la prolongada guerra civil.

Recuerda que el proceso era “mejor” en aquel entonces, y que “no tardó mucho en venir a Canadá”.

Pero cuando Kago ayudó posteriormente a copatrocinar a una mujer vulnerable de Sudán, la experiencia fue muy diferente. El proceso “no fue fácil”, dijo, y se prolongó durante cinco años antes de que la mujer finalmente llegara a Canadá en 2024.

Rasha Youssef llegó a British Columbia desde Siria en diciembre de 2014. Fue patrocinada por un grupo de cinco personas que la acompañaron “en todo momento” para ayudarla a establecerse.

Motivada por la solidaridad, trabajó en un programa para mujeres que era un salvavidas donde las recién llegadas podían compartir sus dificultades, celebrar juntas y encontrar alegría a través de la conversación.

Asimismo, Hamoudi Saleh Baratta llegó a Canadá en 2014 tras sobrevivir al encarcelamiento y la tortura bajo el régimen sirio de Assad.

Afirma que la política de refugiados de Canadá en aquel momento le salvó la vida.

Sin embargo, ambos están descontentos con el enfoque actual de Canadá hacia los refugiados.

El cambio de opinión pública también está afectando directamente el trabajo de Regis Chiwaya, quien supervisa los programas privados de patrocinio y asentamiento en MOSAIC, una organización sin fines de lucro con sede en Vancouver que apoya a refugiados y migrantes.

Chiwaya, quien ha trabajado en el sector durante casi cinco años, ha observado un aumento significativo en los tiempos de procesamiento en las oficinas de visas en el extranjero.

“No importa si proviene de una oficina de visas africana, de algún lugar de Oriente Medio o de Europa”, afirmó.

En 2020, comenta, las solicitudes tardaban entre un año y medio y dos años en procesarse. Ahora, suelen extenderse hasta cuatro años.

Por ejemplo, en el marco de una iniciativa para patrocinar a migrantes retenidos indefinidamente frente a las costas de Australia, Chiwaya afirma que su equipo aún espera que se procesen las solicitudes de 60 personas presentadas en 2019.

El Ministerio de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá (IRCC) ha atribuido las demoras a los retrasos posteriores a la COVID-19, pero Chiwaya afirma no haber visto ninguna mejora.

Al mismo tiempo, Chiwaya afirma que ha visto cada vez menos financiación para los programas de MOSAIC, tanto del gobierno federal como de los provinciales.

En enero de 2024, el gobierno lanzó un programa de medidas especiales que permite a los canadienses patrocinar a familiares en Gaza con visas temporales. Inicialmente, el límite de solicitudes era de 1000 y posteriormente se aumentó a 5000, todas las cuales se completaron. Sin embargo, hasta el 29 de julio, solo 880 personas habían llegado a Canadá bajo este programa.

Preocupaciones sobre las políticas
En noviembre de 2024, el gobierno anunció una pausa en dos de las tres formas de patrocinio de refugiados.

El cambio estaba previsto inicialmente para finales de 2025, pero se ha extendido hasta finales de diciembre del próximo año.

“Las implicaciones reales son que la gente no podrá llegar aquí”, declaró Clark-Kazak.

En una declaración a CBC News, el IRCC indicó que la demanda de ese programa era muy alta, lo que generaba largos tiempos de espera e incertidumbre para los patrocinadores. La extensión de la pausa busca facilitar el avance hacia tiempos de procesamiento más predecibles.

Ottawa propone otros cambios al proceso, en virtud de la Ley de Fronteras Fuertes, presentada en junio.

La legislación propuesta busca modificar varias leyes, incluida la Ley de Inmigración y Protección de Refugiados.

Clark-Kazak afirma que la legislación podría impedir que las personas vulnerables presenten solicitudes, excluiría a quienes previamente llegaron a Canadá sin presentar una solicitud y no tiene en cuenta la volátil situación mundial ni las complejas circunstancias individuales de los solicitantes de asilo.

En su declaración, el IRCC afirmó que los cambios fortalecerán la integridad y la eficiencia de los sistemas de inmigración y asilo de Canadá al mejorar el intercambio de información nacional, optimizar la tramitación de las solicitudes de asilo, reforzar los controles sobre los documentos y solicitudes de inmigración y ayudar a prevenir el aumento repentino de solicitudes sin perjudicar a los solicitantes vulnerables.

Youssef, originaria de Siria, ahora trabaja en un bufete de abogados y dirige su propio pequeño negocio. Sin embargo, afirma haber notado un recorte de fondos en “muchísimas organizaciones” que apoyan a los refugiados.

Le preocupa que los recortes puedan aumentar el aislamiento y la depresión entre los recién llegados.

Baratta comparte sus preocupaciones y se muestra “muy descontento” al ver el declive de los programas que facilitaron su entrada a Canadá.

“Simplemente pido a los políticos y a las personas en el poder que no politicen las causas humanitarias”, declaró.