HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
El director catalán Albert Serra ha logrado su mejor film hasta la fecha abordando la agonía de los últimos días de vida de Luis XIV, el soberano más longevo de Europa quien creyó que gobernaba a Francia por mandato divino acuñando la famosa frase de “El Estado Soy Yo”.
El relato en base a un guión del realizador y Thierry Lounas comienza en 1715 en momentos en que el monarca está obligado a permanecer en la cama de una de las habitaciones del Palacio de Versalles. Eso es debido a los intensos dolores ocasionados por la gangrena que corroe su pierna izquierda y que lentamente lo va aproximando a la tumba.
En este penoso proceso un conjunto de médicos trata de ayudarlo aunque la ciencia nada puede hacer al respecto, lo que hace presumir que el final es inminente. Frente a ese panorama, encontrándose en estado agónico el rey está preparado para transitar el último paso de su existencia.
A través de casi dos horas de metraje, Serra recurriendo a un notable esteticismo académico ofrece un relato minimalista de sorprendente autenticidad. Rehusando a compromiso alguno, su narración es lenta sin que exista acción alguna que permita apartarse de lo que anticipa el título del film. La cámara permanece en todo momento en el dormitorio del monarca y utilizando planos fijos el director va moviéndola con lentitud para enfocar el rostro del enfermo con todos los mínimos detalles que implican verlo sufrir, viéndolo comer, balbucear, gemir y sentir como se va extinguiendo su vida. Al propio tiempo, va enfocando cada uno de los gestos, miradas y murmullos de la fauna humana que lo rodea integrada por sus médicos, cortesanos, confesor y demás súbditos de la corte que van entrando y saliendo de la habitación mortuoria. En tal sentido, la fotografía de Jonathan Ricquebourg logra un efecto visual admirable dando la ilusión de que los personajes del relato pareciera que fuesen extraídos de remarcables trabajos pictóricos. Similares elogios merece el excelente diseño de producción de Sebastian Vogler.
Trabajando por primera vez con actores profesionales, Serra ha logrado reunir un elenco de gran nivel encabezado por la excepcional caracterización que Jean-Pierre Leaud, ataviado con una peluca apropiada, logra del agonizante monarca; su trabajo es realmente memorable.
Fundamentalmente Serra recurriendo a un riguroso esteticismo académico ofrece un film meditativo sobre la inexorabilidad de la muerte, contemplando cómo la figura de quien fuera el imponente y absolutista Rey Sol queda reducida a su mínima expresión al llegar al umbral de la muerte.
Dadas las características que asume este film austero de pocos diálogos, el mismo llegará a encantar a una audiencia selectiva que busca un cine alternativo al de los clásicos blockbusters americanos.
CHUCK. Estados Unidos, 2016. Un film de Philippe Falardeau
Posiblemente no muchos aficionados al boxeo estén al tanto de la trayectoria de Chuck Wepner; en todo caso este boxeador estadounidense alcanzó temporalmente cierto renombre por razones imprevisibles que son reveladas por el director canadiense Philippe Falardeau en un relato biográfico sobre su persona.
La historia que comienza en 1974 presenta a Wepner (Liev Schreiber) como un hombre de hogar felizmente casado con Phyllis (Elisabeth Moss), además de ser un buen padre de su hija Kimberly (Sadie Sink). En ese entonces es ya un veterano pugilista y por esa razón es que Al Braverman (Ron Perlman), su entrenador, le brinda la oportunidad de enfrentar al famoso campeón mundial de boxeo Muhammad Ali (Pooch Hall) -conocido en esa época como Cassius Clay-. Aceptando el desafío, el importante match deportivo tiene lugar en Cleveland el 24 de marzo de 1975 y allí sorprende el esfuerzo realizado por Wepner retando a su fenomenal contrincante; lamentablemente en el 15° y último round, a pocos segundos antes de la campana final, estando a un paso del triunfo pierde la pelea por un técnico knock out.
No obstante haber perdido la contienda, el guión de Jeff Feurzeig, Jerry Stahl y Michael Cristofer muestra a Chuck retornando a su hogar de New Jersey como un verdadero héroe. Asimismo este hombre logra capitalizar su derrota debido a una circunstancia fortuita. Eso se debe a que Sylvester Stallone, estando presente en el histórico combate, se interesó en su historia; de este modo inspirado en él, el conocido actor escribe el guión de Rocky, el film de 1976por él interpretado donde el personaje central de Rocky Balboa no es otro que Chuck.
De allí en más el nombre de este boxeador adquiere notoriedad y se acentúa más aún cuando la película además de haber logrado un gran éxito de público y crítica es premiada con el Oscar en 1977.
A pesar del júbilo, lo cierto es que la dicha de Chuck será de corta duración. Cuando después de conocer a Stallone (Morgan Spector) quiere obtener un papel en la secuela de Rocky II (1979), no logra superar las pruebas por dar muestras de una pobre capacidad actoral. A todo ello, su vida disipada como mujeriego empedernido que motiva su separación matrimonial y su adicción por el alcohol y las drogas terminarán afectándolo emocionalmente, contribuyendo a perder la relativa popularidad alcanzada.
Si bien Falardeau siente afecto por el principal personaje de este film, el mismo, aunque bien realizado carece de un núcleo preciso. Así queda la duda si el propósito es narrar la historia deportiva de Chuck, exponer su delirio proclamando a los cuatro vientos que es el protagonista de una película de gran suceso popular, ilustrar su caída en desgracia por haber optado por un sendero caótico, o bien concentrarse en un relato romántico como se aprecia en los tramos finales.
Hay algunos momentos relativos a Chuck que producen cierta emoción, como su tardía presencia en una reunión escolar de padres a la que asiste su hija y la desilusión que produce su intervención, la pena que experimenta su abnegada mujer al verse forzada a separarse de un hombre que la engaña, la reacción de su hermano distanciado (Michael Rappaport) frente a su reprochable comportamiento que lo condujo a la cárcel por tráfico de drogas, o bien el apoyo moral que obtiene de su mejor amigo John (Jim Gaffigan). Pero también existen escenas de las cuales podría haberse prescindido, como por ejemplo las repeticiones de extractos del film Requiem for a Heavyweight (1962) con Anthony Quinn en donde Chuck se ve reflejado en el mismo; en adición a ello, el vínculo sentimental que mantiene con Linda (Naomi Watts), quien llega a ser la actual esposa de Wepner, no llega a trascender.
En líneas generales, el film se deja ver fundamentalmente por la magnífica interpretación de Schreiber y por el elenco que lo rodea; sin embargo, no alcanza a satisfacer como debiera por su imprecisión focal, la insuficiente descripción de los restantes personajes y sobre todo porque su envergadura dramática no llega a cobrar vigor.
PATIENTS. Francia, 2017. Un film de Grand Corps Malade y Medhi Idir.
Este bello film demuestra cómo la lucha por superar los obstáculos más imposibles puede realizar milagros. Basado en su libro autobiográfico epónimo publicado en 2012, Grand Corps Malade -nacido como Fabien Marsaud-.relata en Patients su experiencia acontecida durante un año en el que se vio obligado a permanecer en un centro de readaptación física.
A la temprana edad de 19 años, este atleta apasionado por el básquet se zambulle malamente en una piscina de Saint-Denis, en Francia, donde al accidentarse sufre una rotura de vértebras que lo deja tetrapléjico. A pesar del diagnóstico médico efectuado de que no recuperaría jamás sus funciones motrices, los hechos demostraron lo contrario y durante el período de recuperación logró convertirse en un trascendente poeta del slam de Francia, logrando publicar varios álbumes y finalmente transformándose en cineasta con este primer trabajo realizado con Medhi Idir.
El film que fue adaptado por el realizador y Fadette Drouard, sigue fielmente al libro. Al hacerlo se pasa revista desde el primer momento en que Benjamín (Pablo Pauly), el alter ego de Fabien, se encuentra hospitalizado sin poder moverse hasta su recuperación. De allí en más el relato no se aparta del centro de rehabilitación física donde muy lentamente el joven va progresando con el movimiento de sus manos, pies, manejándose posteriormente en su silla de ruedas, todo ello con la ayuda de médicos, enfermeras y fundamentalmente gracias al febril trabajo realizado por su fisioterapeuta (Yannick Renier).
Desprovisto de total sentimentalismo y sin apelar a patetismo alguno, los realizadores adoptan el tono de un verdadero documental ilustrando cómo Benjamin comparte su diario vivir con otros jóvenes que allí se encuentran en condiciones similares; eso permite apreciar cómo cada uno de ellos con sus diferentes personalidades va lidiando en el difícil proceso de recuperación y los lazos de afecto y solidaridad que se van estableciendo y que contribuyen a elevar el espíritu. A pesar de su contexto dramático, el film abunda en situaciones graciosas, como cuando algunos de estos pacientes se burlan amablemente del personal que los atiende. No falta en el relato la nota sentimental a través de un platónico idilio que no habrá de prosperar entre Benjamín y una de las pacientes, como tampoco está ausente el momento de impactante emoción cuando el muchacho ya prácticamente recuperado se impone que no podrá reanudar su vida deportiva.
Además de Pauly los actores que lo rodean aportan completa autenticidad en sus respectivos roles; entre los mismos se encuentran Soufiane Guerab, Moussa Mansaly, Nailia Harzoune, Frank Falise y Dominique Blanc
Fundamentalmente este profundo drama humano es un canto a la vida demostrando cómo la perseverancia de una persona dispuesta a no doblegarse por el infortunio logra una transformación extraordinaria con su renacimiento convirtiéndose en un renombrado artista multifacético.
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