Hablemos de Cine
Hablemos de Cine
Por Jorge Gutman
THE SILENCE OF OTHERS (El Silencio de los Otros). España, 2018. Un film de Almudena Carracedo y Robert Bahar
Este remarcable documental de Almudena Carracedo y Robert Bahar cuya producción ejecutiva estuvo a cargo de Pedro y Agustín Almodóvar se adentra en el terreno de la justica moral después de la desaparición de Francisco Franco en 1975, tras 39 años de opresiva dictadura en España.
El Silencio de los Otros se nutre de dramáticas e impresionantes historias proporcionadas por las víctimas sobrevivientes y sus familiares; entre las mismas se encuentra la de una anciana de 80 años realizando denodados esfuerzos para exhumar los huesos de su padre asesinado en 1939 y sepultado en una fosa común; no menos conmovedor es el doloroso testimonio de las madres arrestadas en estado de gravidez durante el sangriento régimen que luego de dar a luz vieron que sus hijos les habían sido sustraídos bajo el pretexto de que nacieron muertos.
Pero los trágicos relatos adquieren mayor dimensión ante desafortunadas circunstancias acontecidas después de la restauración de la democracia. En 1977 el Parlamento español aprueba la Ley de Amnistía que ha sido justificada con el propósito de que exista una reconciliación nacional entre las víctimas políticas del franquismo y sus torturadores asesinos. A pesar de haber transcurrido 42 años de la muerte de Franco, todavía hay grupos nacionalistas partidarios que reiteran sus “virtudes” alegando además de que es necesario olvidar el pasado por completo y dar vuelta la página. Lo que este documental plantea es si se puede silenciar lo acontecido e implícitamente perdonar los crímenes de más de 100 mil víctimas ajusticiadas sin juicio previo durante el despiadado régimen. Contrariamente al Juicio de Núremberg donde sus jueces sancionaron severamente las responsabilidades de los dirigentes y colaboradores del régimen nazi, el pacto del olvido español permite que criminales muy notorios como el sanguinario franquista Antonio González Pacheco, apodado “Billy the Kid”, transiten impunemente por las calles de Madrid.
Tratando de que se haga justicia, los damnificados han emprendido una fuerte campaña para derogar la ley de amnistía y someter a juicio a los victimarios; dicha acción igualmente ha sido solicitada por las Naciones Unidas por tratarse de crímenes y abusos cometidos contra la humanidad. De todos modos ese proceso, sin duda burocrático, es lento y aún no se han visto resultados concretos. Simultáneamente, el documental destaca la acción emprendida por un grupo de ciudadanos afectados para lograr que la señora María Servini, una de las relevantes juezas de Argentina, pueda montar un dispositivo legal para que los asesinos sean juzgados por la ley internacional; pero habrá que tener en cuenta que la tarea de la emprendedora magistrada no es nada fácil ante obstáculos legales interpuestos por las autoridades españolas.
El film narrado en forma sobria y muy bien editado logra impactar fuertemente. Su final es abierto al no poder predecir cómo se irán desenvolviendo los acontecimientos en función del grave problema descripto. En todo caso se alienta la esperanza de que el esfuerzo realizado por los avejentados familiares de las víctimas para quebrar “el silencio de los otros” pueda llegar a buen puerto con la reparación de una aberrante injusticia.
Este documental forma parte del Festival Hot Docs que se desarrolla actualmente en Toronto y puede ser visto el 27 de abril (TIFF Bell Lightbox 2, 18h30), 28 de abril (TIFF Bell Lightbox 3, 12h30) y el 5 de mayo (Scotia Bank Theatre 3, 11h45)
THE NIGHT OF ALL NIGHTS (Die Nacht der Nächte). Alemania, 2018. Un film de Yasemin y Nesrin Samdereli
En esta época resulta un tanto extraño que la unión conyugal se mantenga a través de varias décadas si se considera la proliferación de divorcios o separaciones que se producen permanentemente. Es ésa la razón que impulso a las directoras Yasemin y Nesrin Samdereli a considerar el tema de la longevidad matrimonial para la realización de este documental.
Entrando en la intimidad de 4 parejas ubicadas en Alemania, Estados Unidos, India y Japón que han convivido por más de 60 años, el documental además de detectar el comportamiento de cada una de las mismas en el medio cultural en que habitan destaca el denominador común de las personas que lo integran: todas han dedicado casi una completa vida para mantener el vínculo conyugal “en las buenas y en las malas”.
Con un tono liviano y no exento de un humor espontáneo y gratificante, la cámara va captando las diferentes situaciones atravesadas por sus entrevistados. El relato se anima con anécdotas sobre cómo cada pareja se ha conocido, cómo en ciertas culturas subsisten los matrimonios concertados por los padres y de qué manera a través de los años ha ido evolucionando las relaciones entabladas durante los primeros encuentros con respecto a lo que acontece en la época actual.
Entre algunas de las anécdotas puede mencionarse el del matrimonio indio conformado por Hampana y Kamala Nagarayya quienes contravinieron el sistema de castas sociales existente al comenzar el romance; con todo, debían mantener las normas sociales impuestas a los novios donde el primer encuentro sexual no podía tener lugar antes de la boda. Emotiva es la situación de Norman MacArthur y Bill Novak, la pareja gay americana, donde para poder vivir juntos uno de ellos debió recurrir al mecanismo de la adopción haciendo que el otro sea su hijo; cuando finalmente fue reconocido el casamiento de igual sexo, ellos debieron realizar grandes esfuerzos para anular la “adopción” a fin de contraer el matrimonio legal. El caso japonés de Isao y Shigeko Sugihara demuestra de qué modo pudo consolidarse la unión conyugal frente al matrimonio arreglado por sus progenitores. Enfocando la vida conyugal de los alemanes Heinz e Hildegard Rotthäuser, se puede apreciar que aunque transcurrió con altibajos, siempre ha prevalecido el cariño y la buena disposición para superar los inconvenientes.
Viendo este atractivo film, uno no puede dejar de pensar que en la presente era digital las jóvenes parejas se llegan a conocer y saberlo todo a través de las redes sociales antes de encontrarse físicamente y que cuando lo hacen, intiman rápidamente y en muchos casos cohabitan sin necesidad de recurrir a formalizar legalmente esa unión. ¿Podrán convivir durante largo tiempo? El paso del tiempo lo dirá.
Más allá de cualquier reflexión, lo cierto es que las hermanas Samderelihan logrado un emotivo documental revelando los secretos de las relaciones conyugales de largo alcance y el amor que los nutre.
El documental se exhibe en el marco del Festival Hot Docs el 28 de abril (TIFF Bell Lightobx 2, 21h30), 30 de abril (Isabel Bader Theatre, 12h45) y el 4 de mayo (21h00, Fox Theatre)
YOU WERE NEVER REALLY HERE. Gran Bretaña, 2017. Un film escrito y dirigido por Lynne Ramsay.
Con el antecedente de haber cosechado el premio al mejor guión y a la mejor interpretación masculina en el Festival de Cannes en 2017, ahora se estrena comercialmente You Were Never Really Here de la realizadora Lynne Ramsay.
La historia basada en la novela de Jonathan Ames gira en torno de Joe (Joaquin Phoenix), un taciturno y asocial individuo de naturaleza violenta; desempeñándose como asesino a sueldo cumple sus encargos con minuciosa pulcritud utilizando un martillo como instrumento letal. Arrastrando el trauma de haber tenido un padre abusador, además de su dura experiencia como veterano de guerra y ex agente del FBI, da rienda suelta a su interna frustración matando fríamente a quienes lo merecen, sobre todo a los traficantes de mujeres y menores. Por esa razón, un senador neoyorkino contrata sus servicios para rescatar a Nina (Ekaterina Samsonov), su hija de 14 años que ha sido secuestrada por una organización dedicada a la trata de blancas y a la prostitución infantil. A medida que se va ocupando del caso Joe se da cuenta que la misión resulta más complicada de lo que parecía al ir descubriendo un mundo criminal en los sórdidos rincones de los suburbios de Nueva York.
Tal como su personaje está descripto, la violencia natural de este mercenario cuasi alejado de la realidad impide su conmiseración donde él mismo no se tolera al asumir un comportamiento autodestructivo; en los únicos momentos donde se aprecia algún gesto de humanidad y ternura es en el trato que mantiene con su anciana madre (Judith Roberts).
Temas de esta naturaleza ya han sido considerados por el cine como por ejemplo aconteció con Taxi Driver (1976) de Martin Scorcese donde existe cierta similitud en la personalidad del personaje caracterizado por Robert De Niro con el interpretado por Phoenix. De todos modos el tratamiento personal con que Ramsay aborda esta historia la torna atractiva por el modo en que está narrada.
Visualmente impresiona la fotografía de Thomas Townend así como la música electrónica de Jonny Greenwood captando el clima noctámbulo de Nueva York. Si alguna objeción merece este film es su nivel de violencia que podría haberse atenuado sin alterar el contenido del mismo. De todos modos, más que el guión en sí mismo, los factores que valorizan considerablemente a este psicológico thriller radican en la magnética composición que Joaquin Phoenix hace de su atormentado personaje y en la inteligente puesta escénica de Lynne Ramsay.
RADIANCE. Japon-Francia, 2017. Un film escrito y dirigido por Naomi Kawase
La realizadora japonesa Kanomi Kawase se destaca por su fina sensibilidad en las historias que cuenta y en Radiance confirma esa cualidad abordando un relato sobre la comunicación humana a través del sentido de la vista.
La trama centra su atención en la importancia del resplandor de la luz para apreciar mejor el mundo en que el ser humano se desenvuelve. La protagonista es Misako (Ayame Misaki), una joven muy disciplinada en su trabajo de descriptora de filmes para personas no videntes. En la tarea emprendida llega a conocer a Nakamori (Masatoshi Nagase) un hombre que tiempo atrás se destacó como un prestigioso fotógrafo y que ahora va perdiendo su vista por una enfermedad degenerativa. El comienzo de esta relación no resulta muy amigable puesto que él critica su trabajo de ser demasiado subjetiva en la descripción de un film japonés contemplativo en tanto que ella le recrimina su trato brusco; a la postre, procurando encontrar la luz exterior y la interior que ilumina el alma, surgirá un entendimiento mutuo en la medida que Misako llega a conocerlo mejor y él comienza a confiar en ella.
Como historia secundaria Kawase considera la relación de Misako con su madre (Kazuko Shirakawa), una frágil mujer viviendo en la zona rural que no goza de buena salud y está afectada de demencia senil.
Lo más relevante del film es el vínculo entre Misako y Nakamori motivando al espectador a reflexionar sobre el valor que adquieren las imágenes, la fragilidad de la belleza, la no permanencia de lo que nos rodea, como así también la importancia que adquiere la memoria para rememorar el pasado.
Sin llegar a guardar la solidez de sus filmes precedentes, la realizadora logra que su relato se distinga por la calidez que destila como así también por la magnífica fotografía de Arata Dodo captando el semblante de sus personajes y de los paisajes naturales.
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