HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Tratando de reproducir lo más fielmente posible las memorias de Vera Brittain, el realizador James Kent ofrece un sensible drama que seguramente no dejará a nadie indiferente. Para quienes no hayan oído hablar de Brittain (1893-1970) cabe mencionar que se trata de una renombrada escritora, autora precisamente del libro Testamento de Juventud publicado en 1933 donde vuelca sus experiencias vividas durante la Primera Guerra Mundial. Con ese escenario como telón de fondo, el público asiste a una descarnada evocación sobre el sinsentido de la guerra y las consecuencias dramáticas sufridas por quienes participaron en la misma.
El muy buen guión de Juliette Towhidi ubica la acción en Inglaterra comenzando el día del armisticio, en Noviembre de 1918, donde se ve a Vera Brittain (Alicia Vikander) no del todo feliz porque asoman en ella los amargos recuerdos del conflicto bélico. La historia inmediatamente se retrotrae a comienzos de 1914 y el director James Kent toma su tiempo para narrar delicadamente cómo transcurría la vida de esta joven proveniente de un hogar de muy buena posición económica en el área rural y apacible de Derbyshire. De acuerdo a las costumbres imperantes, sus padres (Dominic West, Emily Watson) querían para ella alguna actividad apropiada para las jóvenes de esa época, como por ejemplo tocar piano; en tal sentido se opone la voluntad de Vera quien dejando de lado el sexismo del período desea enrolarse en un prestigioso colegio de Oxford donde finalmente es aceptada. Socialmente, la joven está muy bien rodeada y estimulada por un grupo intelectual masculino donde se encuentra su hermano mayor Edward (Taron Egerton) con quien se involucra en discusiones literarias y sobretodo de poesía por la que ella siente predilección; entre los amigos de Edward que también comparten el tiempo libre con Vera se hallan Roland (Kit Harington) -con quien iniciará una dulce relación romántica- y el afable Victor (Colin Morgan).
Todo ese marco apacible, donde los jóvenes están lejos de imaginar lo que sobrevendrá, se derrumba súbitamente cuando estalla la guerra y los muchachos marchan para el frente suponiendo que el conflicto no se prolongaría más allá de 6 meses.
Hay muchos factores concurrentes que permiten que este film cale hondamente. En primer lugar se destaca la narración de Kent quien en todo momento optó por la sobriedad y el bajo perfil para lograr que el drama adquiera fisonomía propia sin necesidad de recurrir a escenas en los campos de batallas; en su lugar, expone a los heridos y moribundos del combate en las salas de los hospitales. También es meritorio señalar cómo frente a un tema tan dramático el realizador supo evitar que las emociones se descontrolasen aunque permitiendo que el espectador se involucre de lleno con lo que está presenciando.
Otro de los aspectos de interés reside en el excelente elenco que el realizador ha sido capaz de reunir; así, Vikander transmite con su luminosa presencia todos los matices que atraviesa Vera frente a la pérdida de sus seres queridos, donde los sueños de juventud de una generación literaria han quedado sepultados en el desván; es también altamente expresiva actuando como abnegada enfermera y finalmente como una aferrada antibelicista iniciando una cruzada a favor del pacifismo. A pesar de la gran prestación de esta actriz, su desempeño no ensombrece el de los jóvenes actores donde tanto Egerton como Morgan y sobre todo Harington brindan el tono justo a sus respectivos personajes; algo similar cabe resaltar en los papeles menores pero eficaces de los actores veteranos como West, Watson y Miranda Richardson como una de las profesoras de Vera.
Finalmente, los valores de producción son realmente excepcionales gracias a los diseños de vestuario de Consolota Boyle, los de producción de Jon Henson y la esmerada fotografía de Robert Hardy.
Conclusión: Un buen libro, una lograda adaptación, una esmerada realización y una irreprochable interpretación embellecen a este triste film.
INSIDE OUT. Estados Unidos, 2015. Un film de animación de Pete Docter
La feliz combinación de los estudios Disney con la factoría Pixar ha posibilitado que el público tenga la posibilidad de asistir con Inside Out a un film animado de calidad superior que aunque no existe plena seguridad sobre si el público menudo podrá captar las implicancias de la propuesta contenida en el brillante guión del realizador escrito con Josh Cooley y Mel Lefauve, lo cierto es que sus coloridas escenas llegarán a cautivarlo, en tanto que los adultos disfrutarán ampliamente con el contenido intelectual del relato.
Ciertamente nuestras actitudes y comportamientos están regidos por nuestra mente y es precisamente por ello que el film trata de reflejar cómo con nuestros pensamientos vamos conformando los variados sentimientos que se van desplegando frente a las circunstancias y al medio que nos rodea. Así, en forma risueña y muy ingeniosa, Docter aborda el tema al preguntarse qué es lo que sucede en nuestro cerebro, cómo podemos o no dominarlo y de qué manera ese elemento vital de nuestro cuerpo va forjando nuestro destino.
Para lograr su propósito, la película se vale de las experiencias de Riley (voz de Kaitlyn Dias), una niña de 12 años que ha visto transcurrir su feliz infancia en Minessota; sin embargo, cuando menos lo esperaba sus padres (voces de Kyle MacLachlan, Diane Lane) por razones de trabajo se mudan a San Francisco donde ella debe dejar de lado a sus queridas amigas y las raíces del lugar donde se crió. Así esa reubicación produce en ella conductas conflictivas pobladas de inseguridades y temores que se traslucen en sus estados emocionales.
He aquí donde el relato alcanza niveles de originalidad insospechadas al desarrollarse paralelamente en dos situaciones diferentes con respecto a una misma persona. Por un lado asistimos a un simpático centro de comando cerebral poblado por 5 personajes iluminados con diferentes colores, cuya función es controlar el comportamiento de Riley a través de sus diferentes estados anímicos; entre ellos se encuentra Alegría (voz de Amy Poehler) –lider del grupo- quien acompañó a la niña durante su vida feliz conjuntamente con la pesimista Tristeza (voz de Phyllis Smith) que en algunos momentos la invadió; pero ahora, frente al nuevo hogar, sin amigos y sin la diversión del jockey que tanto placer le producía, Alegría y Tristeza son dejadas de lado para ceder lugar al molesto Disgusto (voz de Mindy Kaling), al estallido de Furia (voz de Lewis Black) y al protector Miedo (voz de Bill Hader). Todo este conjunto que va funcionando en la cabecita de Riley influye en sus recuerdos, determinando su manera de sentir y actuar.
Hasta aquí el principio de una asombrosa e inteligentísima aventura donde lo que sigue es mejor presenciar que contar. Además del placer que produce esta joyita cinematográfica lo fundamental es que insertándose en el pensamiento humano ilustra cómo en el proceso de madurez va interactuando el cuerpo con el estado mental y de qué manera compiten los diferentes estadios conflictivos que forman parte de la naturaleza humana.
Conclusión: Con un derroche de imaginación, abundante humor, he aquí un ambicioso relato expresado en un film animado, divertido y de lograda inventiva visual.
Nota: Antes de la proyección del film de Docter, el público tiene oportunidad de ver Lava, un muy buen cortometraje de 7 minutos del director James Ford Murphy, quien es el jefe de animación de los estudios Pixar. Habiéndose inspirado en el esplendor de las islas tropicales, Murphy narra musicalmente una simpática historia romántica de dos volcanes oceánicos.
A PIGEON SAT ON A BRANCH REFLECTING ON EXISTENCE. Suecia-Noruega-France-Alemania, 2014. Un film escrito y dirigido por Roy Andersson
La banalidad es un concepto que califica a actitudes o situaciones nada importantes o intrascendentes pero que denota una realidad donde sus actores son los seres humanos que la animan. Ilustrar esa actitud es lo que se impuso el realizador Roy Andersson tratando de radiografiar y analizar esos curiosos comportamientos desde la perspectiva de una paloma posada en una rama recapacitando sobre la existencia, tal como lo expresa el título del film. Aunque la premisa mencionada pueda parecer decididamente extraña, lo cierto es que el realizador logró un film melancólicamente patético que tiene resonancia.
Ya desde el inicio queda registrada la impronta de Andersson con tres pequeñas graciosas secuencias en torno a la muerte; en la primera de ellas un hombre fallece al descorchar una botella en tanto que su esposa indiferente sigue preparando la comida; a continuación se observa a una mujer anciana que al ingresar a un hospital trata de proteger su bolso con joyas a fin de llevárselas al paraíso; finalmente, la tercera impagable secuencia muestra a un hombre que viajando en un ferry fallece de un ataque cardíaco inmediatamente después de haber pagado el importe de su comida a la cajera que lo atendía; con la alimentación en la bandeja sin haber sido tocada, la mujer pregunta al resto del pasaje si alguien desea quedarse gratuitamente con el plato servido.
Las tres secuencias mencionadas determinan el tono de lo que acontece en las restantes 36 escenas que conforman el relato. Fundamentalmente, el guión presenta diferentes viñetas que sin estar vinculadas configuran una mirada sagaz sobre el comportamiento que los mortales pueden asumir en su actuación cotidiana. Entre algunas situaciones curiosas se puede observar a una niña con Síndrome de Down recitando en un escenario un extraño poema, la reaparición del rey sueco Carlos XII en un contexto moderno, un marino problematizado por una cita anulada, una profesora de flamenco ofreciendo caricias muy particulares a uno de sus alumnos, una velada escolar para niños con necesidades especiales y la pelea de una pareja en una playa. Con todo, los momentos más recurrentes y graciosos del film involucran a un dúo de excéntricos y deprimidos vendedores (Holger Andersson, Nils Westblom) que laboriosamente tratan de ofrecer artículos de entretenimiento que incluyen colmillos de vampiros, muñequitos que ríen y máscaras jocosas. Todo ello no está exento de algunos momentos lúgubres ofreciendo una visión no del todo placentera de un mundo lejos de ser rosado.
Como su extenso título lo indica, y teniendo en consideración la visión personal del realizador quien adopta un estilo abstracto y de superrealismo para ilustrar lo que se propone, esta película invita a reflexionar sobre la forma que adopta el comportamiento humano por más ridícula que aparezca en ciertas actitudes. Al así hacerlo, en última instancia refleja la realidad de la gran comedia humana.
Conclusión: Un agridulce film de humor negro dirigido a una audiencia selectiva
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